La beatificación de Mons. Jacinto Vera generó el disfrute de los fieles desde todos los rincones del país.
Y ya lo ve, y ya lo ve, Jacinto Vera, beato es. El canto bajó de los anillos de la Tribuna Olímpica en reiteradas ocasiones, mientras el bullicio era cada vez mayor. La ceremonia del rito de la beatificación iniciaba a partir de la santa misa, a las 16 horas, pero mucho antes las gradas del mítico estadio ya estaban colmadas.
“Jacinto es nuestro”, había dicho Mons. Alberto Sanguinetti, obispo emérito de Canelones, durante el acto académico que se desarrolló en marzo, en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores (Tierra Santa). El pasado sábado, precisamente, quedó demostrado: Jacinto es de todos —creyentes y no creyentes—.
La fuerza de la fe
Cuando el reloj aún no marcaba la una de la tarde, ya había una decena de personas aglomeradas en el acceso a la puerta 1 de la Tribuna América. Algunas llevaban banderas, mientras que una señora miraba reiteradamente a través de la reja que impedía el ingreso a la tribuna. En los medios había trascendido que las puertas se abrirían a partir de esa hora, pero la ansiedad pudo más.
En las puertas de la Tribuna Olímpica ya había por lo menos una decena esperando en cada ingreso, mientras que, poco a poco, decenas de ómnibus comenzaron a estacionar en los alrededores del mítico Estadio Centenario.
Aquel 6 de mayo parecía una tarde de sábado cualquiera. Las personas comenzaron a entrar al estadio. Pero el movimiento no era nada habitual.

Comunidades de todos los rincones del país participaron de esta fiesta nacional. Fuente: R. Fernández
Para sorpresa de propios y extraños, el marco de público era para la celebración de la beatificación de Mons. Jacinto Vera. Exactamente al mediodía, la Arquidiócesis de Montevideo ratificó que la santa misa se celebraría en el símbolo por excelencia para el fútbol uruguayo, aunque los pronósticos y las lluvias de la mañana no parecían ser el mejor augurio.
Con mayor fe que convicción, cientos y cientos de fieles comenzaron a teñir los tres anillos de la Tribuna Olímpica. Entre paraguas e impermeables, el color tampoco había faltado a la cita. También una llovizna persistente dificultaba la tarea de los más de cuatrocientos servidores voluntarios presentes.
Las estimaciones finales indican que casi veinte mil personas presenciaron la celebración. La fiesta fue total.

Desde las 14:30 horas el público disfrutó de diferentes espectáculos artísticos previos a la ceremonia de beatificación. Fuente: R. Fernández.
Jacinto de todos
Libros, historias, una hoja filatélica en su honor y hasta un cómic propio. En las últimas semanas ha quedado en evidencia que el pueblo se apropió de Jacinto Vera y le rindió un justo homenaje a alguien que forma indudablemente parte de su cultura.
Pero, ¿ocurre también fuera de fronteras? “Era la primera vez que entraba al estadio, y entre el clima, la gente y el estar en un evento tan grande, lo viví con mucha emoción”, afirmó Gabriela Vargas (30) luego de culminada la celebración. Para ella, ciudadana venezolana y oriunda de Maracaibo, fue una experiencia movilizadora: “Tenía mucha ansiedad antes y estar en el lugar fue una experiencia encantadora, algo indescriptible. La gente estaba tan feliz que también te transmitía todo eso. No había tenido la posibilidad de asistir o de participar de alguna forma en la beatificación de alguien más, ni en Venezuela ni en otros lugares. Gracias a Dios tuve la posibilidad de vivirlo acá y fue emocionante”.
“Estar en el lugar fue una experiencia encantadora, algo indescriptible”
Gabriela Vargas
Vargas, quien pertenece a la parroquia del Inmaculado Corazón de María, reconoció la importancia de conocer a nuestro obispo gaucho. “De las cosas que más me llamó la atención de su historia fue la entrega total, incluso de su misma ropa. Ni me puedo imaginar cómo pasaba, pero tenía un nivel de servicio total hacia los más necesitados, que fue lo que más me marcó. Fue ejemplo de humildad y caridad, y es un digno ejemplo para toda la Iglesia”, remarcó.
En la misma comunidad parroquial también está Jhonatan Rodríguez (30), proveniente de la ciudad de Valencia y quien resumió la beatificación como un momento impactante. “Me impresionó cómo, a pesar del clima, había tantas personas de fe congregadas participando de este gran momento histórico para la Iglesia del Uruguay”. En su caso, también era su primera experiencia en una beatificación: “Siendo para mí la primera celebración de este tipo, me generó un sentimiento de gratitud. Es una alegría poder participar de una Iglesia que mantiene vivo el legado de Jacinto Vera. Él fue testimonio de Cristo”.

Al igual que Gabriela y Jhonatan, la lluvia no detuvo a las 18.500 personas que colmaron la Tribuna Olímpica del Estadio Centenario. Fuente: R. Fernández
“Agradezco también a la comunidad donde pertenezco por haber vivido esta experiencia. Esta celebración de la beatificación de Jacinto Vera genera un sentimiento especial, incluso para mí, como extranjero, como para muchísimos uruguayos que hoy estuvieron aquí presentes. En mi caso fue una experiencia única y una oportunidad que me ayudó también a retomar mi vida como Iglesia. Encontramos en el ejemplo de Jacinto Vera mucho entusiasmo por todo el recorrido que hizo en Uruguay y proclamar la Palabra de Dios en cada rincón. La imagen que me llevo de él es que fue un gran misionero, un gran ser humano y un gran hombre, que quedó en la historia”, detalló.
La presencia del interior
El entusiasmo por la beatificación estuvo presente en todos los rincones del país. De hecho, hubo comunidades provenientes de los diecinueve departamentos.
Por ejemplo, desde una comunidad de Trinidad, vinieron dos ómnibus contratados, sumados a dos camionetas y algunos vehículos particulares. “La beatificación se vivió con mucha expectativa. Incluso muchos que no pudieron participar, la escucharon y la vieron por diferentes medios y redes sociales. En lo personal, eso me llenó el corazón”, reconoció el P. Gabriel Rainusso, actual párroco de Nuestra Señora de Luján.
“La lluvia no los detuvo y eso es algo que recordaremos en el corazón”
P. Gabriel Rainusso
El sacerdote explicó que la participación en la beatificación implicó un proceso previo: “Como comunidad nos fuimos preparando. Primero con el librillo de Jacinto Vera, que se difundió lo más posible entre la gente. Después también tuvimos un encuentro diocesano el Miércoles Santo, en donde hubo una charla del P. Gabriel González en la que habló sobre la misión de Jacinto Vera: lo que él había hecho y cómo se había ido ubicando en la misión que le tocó, primero como vicario y luego como obispo. Después nos fuimos formando en un gesto de religiosidad popular que tenemos en la parroquia, que es la Caminata de la fe. Ahí fuimos transmitiendo y acompañando con música y algunos gestos o signos de su vida, a la comunidad. Así llegamos a conformar la delegación, que se formó con treinta y cuatro personas de la parroquia y otras dieciséis del colegio, más otros fieles que fueron por su cuenta”.

Uno de los momentos más esperados fue cuando se develó la nueva imagen de Jacinto Vera, ya como beato. Fuente: R. Fernández
¿Cómo vivieron la ceremonia de beatificación? Sin dudas, de una manera especial: “En lo personal, me llenó el corazón. Hubo signos muy importantes, como por ejemplo la cantidad enorme de fieles presentes a pesar de la adversidad climática. La lluvia no los detuvo y eso es algo que recordaremos en el corazón. La misa también tuvo un signo muy importante cuando fue declarado beato, que fue cuando salió el sol. Es un signo más, sencillo y natural, pero significativo para el alma”, resumió.
Una celebración histórica
La misa de beatificación estuvo a cargo del Card. Paulo Cezar Costa, enviado del papa Francisco para la ocasión. También estuvo presente Mons. Gianfranco Gallone, nuncio apostólico en Uruguay.
Asimismo, se hicieron presentes diversas autoridades, entre las que destacaron el presidente de la república Dr. Luis Lacalle Pou y la vicepresidente Esc. Beatriz Argimón, pero que incluyó a diversos integrantes —senadores, diputados—, integrantes del cuerpo diplomático —embajadores, representantes consulares—, y ministros, subsecretarios de cartera, ediles, e incluso expresidentes de la república.
Por: Leandro Lia
Redacción Entre Todos
¡Reviví la fiesta en la tribuna!
- Jacinto Vera, testigo de Jesús. Fuente: R. Fernández
¡Mirá el resumen de la ceremonia de beatificación!
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