Conferencia brindada por el experto español Lluís Fabregat
Se realizó, en el Anfiteatro del Club Católico, la conferencia “La educación de la inteligencia espiritual” que tuvo como expositor al Licenciado en Historia del Arte y didacta de Ciencias Sociales español Lluís Fabregat. El evento contó con el auspicio del Club Católico, la tienda arquidiocesana LEA y editorial Avista.
“La espiritualidad es algo característico del ser humano”
El profesional catalán comenzó la conferencia destacando que el ser humano tiene “unas limitaciones y necesidades materiales y emocionales… pero además de esa realidad material experimentamos dentro de nosotros como una fuerza, que podemos llamar espiritual, que nos lleva a ir más allá de esas condicionantes, de esas necesidades.” “Es algo característico del ser humano”, recalcó.
Explicó claramente que la espiritualidad es una capacidad, igual que las físicas y mentales. Señaló que esta capacidad no está presente en el ámbito educativo y que en el contexto latino se asocia más a un ámbito religioso, que restringe el término. Agregó que “como todas las capacidades se pueden y están llamadas a desarrollarse”.
Lluís Fabregat dijo que muchas veces esta espiritualidad es manifestada en una confesión religiosa determinada y que esto responde “ a factores sociales, lugar de nacimiento, familia”, pero no siempre es así. De hecho “la educación de esta capacidad o capacidades humanas, como la espiritual, no puede ser algo exclusivo de la educación en un ámbito católico”.
Fue más allá y afirmó que “un niño en una educación laica, como es frecuente aquí en Uruguay, como un niño que tiene una educación católica, tienen el mismo derecho a que su dimensión espiritual se vea estimulada y educada, para que crezca y dé sus frutos”. Recordó, sobre este punto, el Artículo 2 de la Declaración de los Derechos del Niño, que protege, entre otros, el desarrollo espiritual de los más pequeños.
¿Cómo se trabaja este tipo de inteligencia?
Más adelante, Lluís Fabregat explicó que “se habla de inteligencia espiritual en el contexto de las inteligencias múltiples”. “Si bien en las últimas décadas del siglo XX ya se hablaba de este tipo de inteligencias, recién a principios de nuestro siglo se empieza a hablar de inteligencia espiritual” reforzó.
Entre las particularidades de este tipo de inteligencia está interrogarse por el sentido de la vida, asombrarse de la realidad, la capacidad de tomar distancia de la propia vida y autoanalizarla. también las capacidades de rezar y meditar. En definitiva “es una modalidad de inteligencia que está en todas las personas y que, como las otras, tiene que ser cultivada y educada”.
Fabregat explicó que “lo que necesitamos para poder reflexionar y plantearnos el sentido de nuestra vida… es una soledad buscada y silencio, que es donde se crece interiormente”. Sobre la capacidad de asombro, mencionó que se puede ejercitar “en el colegio, en el hogar”.
Sin espiritualidad se empobrece la educación
Según el pedagogo español, hay muchas disciplinas que pueden apuntalar este ejercicio como el arte o la música, pero intentado evitar las clasificaciones o compartimientos, “sin ir a buscar nada, sino ver que tiene para decirnos la obra y el artista”. Argumentó que la música tiene un poder para elevarnos extraordinario, “pensemos que en todas las religiones hay música”.
Lluís Fabregat sostuvo que muchas veces se prescinde de la contemplación, cuando se descarta filosofía, el arte, la poesía y la literatura, en la enseñanza, “porque hay que saber mucho de tecnología, de robótica”. Esta prescindencia sostuvo “empobrece la educación de la personas, y por tanto, de la sociedad”.
Sobre el final, el profesor español destacó la importancia del diálogo en todas sus dimensiones “personal, del maestro con el alumno, de padres e hijos”. También el lugar de la lectura y la escritura en el crecimiento espiritual.
Fabregat concluyó hablando de la riqueza de la experiencia de la fragilidad, “no por teoría, sino por haberlo experimentado”. Afirmó que las personas que han pasado por experiencia difíciles, por una enfermedad o una gran pérdida, “ven las prioridades de la vida desde otro lugar”.