Entrevista realizada por el quincenario Entre todos al comunicador español Yago De la Cierva
“Solo la labor del Papa en la Iglesia es insuficiente, todos debemos comunicar como lo hace Francisco (…). Hay que trabajar el mensaje del Papa Francisco en todas las diócesis del mundo, hay que estar abiertos y al servicio de la gente”, afirma el comunicador.
De la Cierva ha trabajado desde cuatro ángulos de la comunicación. Como periodista ha sido fundador y director de una agencia internacional de noticias de televisión, en el mundo empresarial ha sido director de comunicación corporativa del IESE (España) y asesora a entidades educativas en su comunicación institucional, en la esfera de la formación enseña comunicación corporativa y gestión de crisis desde hace 15 años en España e Italia, y en la consultoría de comunicación es experto en gestión de crisis comunicacionales, sobre todo en instituciones educativas. En su visita a Montevideo, el español De la Cierva concedió una entrevista a Entre Todos, en donde se abordó el tema de cómo comunicar la fe.
En la percepción de Iglesia católica existe una disparidad entre los de fuera y los que la conocen desde dentro. ¿Cuál cree que es la causa de esto? ¿Podría ser un problema de comunicación?
Los motivos por los que algunos critican a la Iglesia pueden ser varios. Puede ser por una experiencia negativa personal, por ejemplo, porque se encontraron con un católico que los ha tratado mal o un católico que ha defendido sus derechos de una manera dura.
Otro motivo puede ser por falta de información o campañas sistemáticas en contra de la Iglesia. Pero es verdad que hay otro motivo y es que los católicos muchas veces no explicamos bien las cosas. A veces explicamos utilizando categorías antiguas o los demás no logran sentir nuestro aprecio por ellos y eso los mal dispone a escuchar y piensan que los estamos juzgando. Recomiendo la estrategia del Papa Francisco, que es muy sencilla: primero abrazo y luego hablo. La gente tiene que notar que antes que de que hablamos queremos a las personas y las respetamos. La gente tiene que notar eso, y como hay mucha gente “herida” es necesario extremar la delicadeza del trato y explicar las cosas con dulzura y tranquilidad. No se trata de vencer, se trata de atraer.
¿Qué lugar ocupan el lenguaje y la argumentación a la hora de expresar la fe?
Yo vengo del mundo de la televisión, y en la televisión nos damos cuenta si una persona atrae cuando le hacemos una entrevista y sacándole el audio, sin escuchar, nos sentimos atraídos igualmente. Los estudios empíricos sobre comunicación dicen que la comunicación no verbal es le 80% del total. Por lo tanto, el estilo, la serenidad y la paz es, incluso, más importante que lo que decimos. Es fundamental la coherencia, como lo hace el Papa Francisco al predicar con el ejemplo. El contenido es importante, pero la forma de presentarlo es más importante aún.
¿Las historias y testimonios son la mejor forma de hablar de la fe?
En el fondo nadie cree por lo que sale en el periódico. Las personas creen porque ven algo en la vida de otros que les abre horizontes, prestan atención en cómo los demás viven: ven una familia que se quiere o ven a un colega respetuoso con los demás. Pero, el primer motivo es por la gracia de Dios. La gente cree porque Dios toca sus almas. Dios toca las almas a través de esos testimonios de personas. Por lo tanto, los cristianos debemos esforzamos para que las personas, al vernos hablar, actuar, relacionarnos con los demás y trabajar, se pregunten qué hay detrás. Y esa es la ocasión para que Dios actúe.
A veces hay una frase del evangelio que nos hace la vida imposible a los comunicadores, que es la frase de Jesús de que la mano izquierda no conozca lo que hace la mano derecha. Sería como que no demos a conocer las cosas buenas que hacemos. Peo creo que, en la situación en la que estamos, deberíamos entender que no dar a conocer quiere decir no presumir. Pero sí debemos dar a conocer las cosas buenas que hace la Iglesia, necesitamos que se vea como lo que es, una madre. Una madre preocupada por sus hijos de todo el mundo.
En su libro Cómo comunicar la fe sin levantar la voz planea un modo de exponer la fe, ¿eso solo es aplicable para hablar en los medios de comunicación o también para la vida de cualquier católico? ¿Podría resumir cómo es ese método?
Es un libro orientado a la participación en debates públicos y en medios de comunicación, pero en el fondo hay que aplicarlo en la vida de todos. También tenemos que exponer la fe cuando estamos tomando un café con amigos. El libro intenta dar soluciones y mostrar cuál es la metodología para entender a la persona que te hace una pregunta de la fe, y que en algunos casos aparenta ser una pregunta agresiva. La mayoría de la gente si se siente atacada se refugia, se defiende. Pero, si en el fondo quiero ayudar a esa persona debo intentar entenderla, por qué está herida, qué ha modificado su percepción de la fe y qué valores son los que defiende, que en la mayoría de los casos tienen una raíz católica importante.
En relación a la Iglesia católica y la actualidad, ¿Existe una crisis comunicacional en la Iglesia?
Respecto a la situación de comunicación de la Iglesia valoraría dos cosas. Primero, la actuación del Papa Francisco. Creo que el Papa está conectando con mucha gente de dentro y de fuera de la Iglesia para recordarles qué es lo importante: la figura de Jesucristo y lo que él nos pide, atender a las personas por lo que son y que los ayudemos. Debemos ser representantes de ese “Dios te ama, yo te amo”. El Papa Francisco removió las aguas y rompió muchos clichés. Pero, solo la labor del Papa en la Iglesia es insuficiente, todos debemos comunicar como lo hace Francisco.
Segundo, hay que trabajar el mensaje del Papa Francisco en todas las diócesis del mundo, hay que estar abiertos y al servicio de la gente. Pero, esto no es uniforme en toda la Iglesia. Hay diócesis que lo hacen muy bien, hay otras que están un poco más paradas. Hay variedad de situaciones, ya que la Iglesia es muy grande. Por lo tanto, lo que hace el Papa es un estímulo. Por ejemplo, las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), como la que vamos a tener en enero del 2019 en Panamá, son una ocasión que nos brinda el Papa de presentar su mensaje a miles de jóvenes. El mensaje se les da, pero luego el fruto espiritual con esos jóvenes se generará a través de las diócesis, los movimientos apostólicos y todas las instituciones de la Iglesia que congregan personas.