La Pasión del Señor, el acto litúrgico del Viernes Santo, presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario
Entrar a un templo un Viernes Santo es sumergirse en el silencio orante. Es normal que el lugar esté sobrio y con escasas luces. El altar no tiene manteles ni velas. Es la manera de acompañar, desde la oración y el respeto, las etapas de la dolorosa muerte de Cristo.
A las 16 horas, comenzó en la Catedral de Montevideo la Pasión del Señor, el acto litúrgico propio del Viernes Santo. Es una ceremonia diferente. No es una misa sino una vivencia de la muerte de Jesús. Igualmente, los fieles pueden comulgar con las hostias consagradas en la misa del día anterior. Además, no hay cantos festivos sino algunos himnos piadosos.
El inicio de la ceremonia fue en silencio y los presentes se pusieron de rodillas. El cardenal Daniel Sturla y los demás celebrantes se postraron delante con el rostro en el suelo por unos segundos y recordaron la agonía de Jesús. Después, se trasladaron a la nave central y prosiguió la liturgia.
El valor de la cruz
“¿Qué tiene que ver este hombre que murió hace 2000 años con nosotros?”, preguntó el Card. Sturla. “Hoy la mayoría de nuestra gente es indiferente. Hoy la mayoría de los montevideanos estará pendiente de qué pasa en la Criolla o qué noticias hay o qué serie podemos ver. De algún modo nos están diciendo: ´eso que pasó hace 2000 años no tiene nada que ver conmigo. Es el Jesús de Nazaret y su historia trágica no me dice nada´”, criticó.
“Sin embargo, nosotros que estamos aquí sabemos que sí tiene que ver con nosotros. Sabemos que si Cristo está en la cruz es por mí. No es solo por los que están fuera, no es solo por los grandes pecadores. Es por mí que está Jesús en la cruz. Él está sufriendo en mí lugar y allí en la cruz está el ´remedio´ de mis males y de los males del mundo”, expresó.
Más adelante, el arzobispo de Montevideo habló sobre la cruz y señaló que allí: “Está la respuesta al sentido de la vida, al sentido de todas las cosas pero sobre todo de aquello que nos desconcierta. Jesús es el que da sentido también a nuestras alegrías, que pueden ser pasajeras en este mundo, pero que confiamos que serán eternas en la vida plena del cielo que Él abrió sus puertas para que nosotros pudiéramos entrar”.
“Jesús tiene que ver conmigo y yo tengo que ver con esa cruz”, explicó. Esto se debe a que en cada eucaristía Cristo se entrega y las personas se alimentan de él.
“Si Jesús está en la cruz es por mí. En la cruz está mi vida. Allí puedo poner mis dolores, mis angustias pero también mis esperanzas y anhelos. Allí podré escuchar las palabras del Señor”, agregó.
“La sed de Jesús es la sed de almas”, dijo el Card. Sturla. “Él quiere que nosotros respondamos con amor a su amor, porque el que ama quiere ser amado y Dios, que nos ama infinitamente, quiere nuestra respuesta de amor. Y Jesús, que se entregó hasta el fin por amor, en su corazón quiere nuestra respuesta. Podríamos decir que mendiga nuestro amor. Hasta allí llega el amor de Dios”, añadió.
“Qué bueno poder decirle a Jesús que lo amamos por nosotros y por todos aquellos familiares y amigos que hoy serán totalmente indiferentes a lo que sucede a este Viernes Santo y queremos por ellos también decirle a Jesús que lo amamos. Pero al mismo tiempo experimentamos la necesidad de testimoniar a Jesús para que otros puedan acercarse al Señor y descubrir el sentido de sus vidas y no vivir sin sentido”.
El arzobispo de Montevideo lamentó el aumento de la tasa de suicidios en Uruguay. Según datos preliminares del Ministerio de Salud Pública (MSP), en 2022 se quitaron la vida 818 personas. “Nos tiene que golpear el corazón”, exhortó ante esta realidad. “Hace falta anunciar a Cristo, hace falta calmar la sed de Jesús”, dijo.
“Al tratar de calmar la sed de Jesús, expresándole nuestro amor, queremos también calmarla intentando testimoniar frente a otros el amor de Dios. Que podamos hoy adorar el misterio de la cruz e intentar calmar la sed de Jesús”, concluyó.
Venerar a Cristo crucificado
Luego de la homilía se realizó la oración universal, que se caracteriza por ser extensa y por tener varias peticiones. Después, fue la presentación y adoración de la cruz, que fue llevada por el padre Juan González desde el fondo del templo y colocada sobre el altar. En ese momento, el Card. Sturla y los demás celebrantes realizaron la adoración a la cruz.
Antes de que se trasladara a Cristo Eucaristía al altar se realizó la colecta de los santos lugares, los sitios en los que estuvo Jesús durante su vida terrena. Las hostias consagradas en la misa de la Cena del Señor fueron el alimento espiritual para todos.
Tras la bendición final del Card. Sturla, en un clima de recogimiento, los fieles se acercaron a venerar la cruz. Al estar frente al crucifijo se arrodillaban y le daban un beso. Eran solo segundos pero cada uno encontró su forma de acompañar a Cristo en su dolor, que entregó su vida por la humanidad.