Es parte del Programa Misionero Jacinto Vera 2
Por Sebastián Sansón Ferrari
Entre junio y octubre de 2020, en plena pandemia de COVID-19, el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, y el padre Mathías Soiza, vicario pastoral, realizaron una serie de visitas a todas las parroquias del territorio arquidiocesano. En ese contexto, dialogaron con los párrocos, los laicos y las laicas sobre la situación de las comunidades y les entregaron preguntas que buscaban recabar su visión respecto a la pertinencia de un nuevo programa evangelizador, siguiendo el impulso misionero que el cardenal trataba de darle a la Arquidiócesis desde que asumió en marzo de 2014.
“Una de las preguntas tenía que ver con las necesidades de las parroquias”, explicó Soiza al Entre Todos, y vieron que existía una necesidad de formación de los y las agentes pastorales. Después de recoger las opiniones, surgió la propuesta de ofrecer una formación, que dieron en llamar “Fe viva” y está circunscrita en el Programa Misionero Jacinto Vera 2 (uno de los puntos más conocidos fue la misión “Casa de Todos”).
¿Qué pretendía? Fortalecer el carácter evangelizador de las actividades pastorales, “ayudar a que lo que se hace se haga mejor”, así lo resumió Soiza. Asumieron el desafío de impulsar un proyecto distinto a los cursos ya existentes en el mercado: de teología para laicos, de talleres de música organizados por el Ministerio de Música de la Arquidiócesis o de los talleres de vida y catequesis. “Buscábamos que fuera un compilado de todo eso y con elementos más prácticos de liderazgo, trabajo en equipo, entre otros”, enfatizó el sacerdote.
Querían un programa de evangelización diverso, rico en contenido y que, a la vez, permitiera un encuentro de todos los agentes pastorales de la arquidiócesis. Soiza contó que comenzó con un número elevado de participantes, hasta terminar con unos cincuenta integrantes aproximadamente.
“Queremos un Fe viva 2”
Soiza declaró que la evaluación de la propuesta es altamente positiva, pues recibieron una excelente respuesta a la convocatoria, mayor a la que esperaban. Constataron una perseverancia importante de una “buena parte de los que se inscribieron”, remarcó.
El presbítero reconoció y agradeció la encomiable labor del Departamento de Comunicación Social (DECOS), quien se puso “el soporte tecnológico al hombro” y fueron los que hicieron posible la realización del curso, ya que asistió en una plataforma específica.
Tanto éxito tuvo que se está pensando en realizar una segunda entrega de este curso que se articuló en torno a tres pilares: formación, voluntariado misionero arquidiocesano y hermanamiento entre parroquias.
El curso
“Fe viva” comenzó a mediados de junio y se extendió hasta fines de noviembre de 2021, con una frecuencia de una vez por semana. La modalidad fue mixta: cada cuatro sesiones, tres fueron virtuales y una presencial por zonas o parroquias.
El proyecto consistió en un plan de estudios estructurado en cuatro módulos con temas propios: catequesis y misión, liturgia y canto, liderazgo y comunión, servicio.
Dentro de la catequesis y la misión abordaron la cristología y la soteriología, el kerigma y la evangelización, los elementos bíblicos, así como el “instructivo (mochila) del evangelizador”, similar al manual del misionero.

La profesora Emilia Conde y el P. Mathías Soiza hicieron el uso de la palabra durante el evento./ Fuente: Federico Gutiérrez
Al pasar a la liturgia y el canto, profundizaron en los instrumentos, el rol de los lectores, el ministerio de escucha y acogida. Por su parte, cuando trataron el eje de Liderazgo y comunión, trabajaron sobre la animación y la dinámica de grupos, la motivación de equipos, la integración territorial y la resolución de conflictos.
Por último, en el módulo dedicado al servicio, se interiorizaron en la labor de la Pastoral Social, conocieron testimonios y compartieron reflexiones en torno al vínculo entre fe y compromiso.
Con respecto al perfil de los aspirantes, son personas mayores de dieciséis años con desarrollo de una o más actividades pastorales en una parroquia, que han aprobado el curso básico del Instituto Arquidiocesano de Formación (IAF) u otro asimilable. ¿Y el de los egresados? Poseen conocimientos claros de la fe, con elementos específicos referidos a la misión y a la evangelización, además de nociones básicas para el trabajo en equipo y el manejo de grupos. También tienen un acercamiento a la labor social de la Iglesia en Montevideo y comparten la relación entre la fe y el servicio como expresión de amor.
Gracias… ¡Y a seguir!
Un día de gratitud: así se vivió el pasado martes 30 de noviembre, cuando se realizó la ceremonia de clausura del curso en el hall del edificio del Club Católico (Cerrito 475, en la Ciudad Vieja). El evento comenzó con la celebración de la santa misa presidida por el cardenal Daniel Sturla, arzobispo de Montevideo, y concelebrada por el vicario pastoral, el padre Mathías Soiza. Contó con la participación de los egresados que provenían de Tacuarembó, Libertad, Florida, entre otros sitios y, por supuesto, de Montevideo.
En su homilía, el arzobispo se refirió a la esencia de la Iglesia: la evangelización. También felicitó a los y las graduados y les auguró que, en los múltiples servicios que realizan en sus comunidades, siempre los hagan con “el corazón abierto, disponible, haciendo eco al llamado de Dios”, expresó. A su vez, el Card. Sturla imploró la intercesión de san Andrés en el día de su fiesta e impartió su bendición a los presentes.
Al concluir la eucaristía, el pastor de la Iglesia capitalina precisó que estamos en preparación para vivir una “Navidad con Jesús”, en el marco de una nueva campaña que ayuda a prepararnos para la fiesta cristiana más popular: el nacimiento del Mesías, el Hijo de Dios. Con este mismo espíritu, recordó los cinco puntos que propone la iniciativa de la arquidiócesis e invitó a sumarse para vivir este tiempo con profundidad. Estos son: el rezo del rosario de la autora todos los días, a las 7:30 AM, desde el 30 de noviembre hasta el 8 de diciembre (Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María) en el predio de la Aduana de Oribe ―rambla de Buceo―, el santuario de María Auxiliadora de Villa Colón, en la parroquia de la Medalla Milagrosa, en la Gruta de Lourdes y una propuesta virtual por ICM Tv; la realización de un gesto solidario en familia; la colocación de la balconera en los hogares a partir del 8 de diciembre; la bendición del Niño Jesús en las misas del fin de semana del 18 y 19 de diciembre; la oración en familia para Nochebuena y Navidad, que se encuentra en las parroquias durante el mes de diciembre.
A continuación, el padre Mathías Soiza y la profesora Emilia Conde hicieron uso de la palabra. Luego se tomó la foto grupal y la fiesta terminó con un brindis.
“Ampliar el espectro”
Myriam Valle Gatti, de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima ―Misioneros Claretianos (CMF) en Pocitos, contó al Entre Todos que la idea de inscribirse nació apenas llegó la propuesta a la comunidad, difundida por el padre Siby Thomas.
“Me interesó por los temas que anunciaron que se iban a desarrollar y porque reconozco que tengo que profundizar conocimientos porque mi preparación era muy básica”, admitió. “El curso me aportó conocimientos bíblicos, litúrgicos, cristológicos y de relacionamiento dentro de la comunidad”, aseveró Valle Gatti. La ayudó a conocer bibliografía que paulatinamente consigue y lee, que la motiva a profundizar en los asuntos abordados, la puso en contacto con profesores de excelente nivel con quienes realizaría otros cursos (por ejemplo, Emilia Conde o el padre Daniel Martínez).
En su opinión, los mayores desafíos son atraer hacia las parroquias a las familias, “para que en su vida se vuelva a despertar la fe, se vuelva a escuchar la Palabra de Dios y se ore”, manifestó.
Mantener el arte del encuentro
Susana Prieto, perteneciente a la Parroquia Nuestra Señora de los Dolores y San Isidro Labrador (de la ciudad de Libertad, en el departamento de San José), se anotó ya que, durante la pandemia, decidió aprovechar la oportunidad para aumentar su formación en la fe. “Ha sido una posibilidad de entrar a diferentes cursos a través de la modalidad virtual. He realizado varios cursos”, agregó.
El aporte del curso fue importante, indicó Prieto, encantada ante la diversidad de temáticas estudiadas. “Me gustó que cada una o dos semanas tuviéramos un tema, luego otro totalmente distinto. Me despertaba interés de conectarme y escuchar las clases”, relató Prieto, quien también destacó la riqueza del trabajo en salas de grupos pequeños en las instancias virtuales a través de Zoom.
Según su experiencia, el principal desafío durante la emergencia sanitaria fue mantener el arte del encuentro con los demás, ante las restricciones impuestas.