En el marco del día de santa Mónica, acompañamos la tarea solidaria de su equipo.
Como cada vez que se visita la comunidad de la parroquia Santa Rita de Casia, uno de los pilares que se percibe es la variedad de actividades actualmente funcionando, y en proceso de expansión. Desde un grupo de catequesis de adultos, pasando por un coro, el equipo GEVA (Grupo de Espiritualidad Vocacional Agustina) o las actividades de catequesis para niños, hasta un espacio de profundización de la fe para jóvenes que ya recibieron el sacramento de la confirmación o el grupo de las Madres Mónicas.
Precisamente, este última actividad está integrada por un equipo de madres que, encomendadas a santa Mónica, cuidan a los hijos de las demás. Nuestra Iglesia católica conmemora a quien fuese la madre de san Agustín cada 27 de agosto.
ICM comparte el siguiente fotorreportaje, a partir del registro fotográfico a cargo de Romina Fernández.
Quienes participan de las Madres Mónicas son mujeres de la comunidad que, teniendo corazón de madre, asumieron el compromiso de una oración diaria por los hijos de las otras madres del grupo. También mantienen una reunión mensual cada 27 de mes, en memoria de santa Mónica, madre de san Agustín y a quién encomiendan sus rezos.
Ellas se organizan en «coros» o grupos de siete mujeres que rezan cada día de la semana por su cuenta y uno en particular que es delante del Sagrario. No obstante, su compromiso trasciende la oración y todas sus integrantes también buscan conocer mejor la Palabra de Dios, la vida de santa Mónica y de san Agustín.
Por una semana, cada madre del grupo recibe la imagen de santa Mónica para tenerla en algún lugar de su casa y poder orar junto a ella, por medio de unas hojas que su comunidad reparte en la parroquia.
Luego de los siete días, se coordina el encuentro con otra integrante del equipo, para que reciba la misma imagen y que ella acompañe su hogar. En cada semana se repite la misma dinámica entre las madres del grupo.
«Ayúdanos, Padre y Señor nuestro, para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día», dice parte del comienzo del rezo que estas madres oran día tras día y que, junto con el acompañamiento espiritual de su párroco, Fray William Michelto da Silva, buscan no solo acompañar a sus hijos sino también contagiar la fe cristiana a otras madres.