Dedicación de la Iglesia parroquial de María de Nazaret Reina de la Paz
El domingo 4 de febrero se celebró la Dedicación de la Iglesia parroquial de María de Nazaret Reina de la Paz. Ese momento, de suma felicidad para toda la comunidad parroquial, fue presidido por el Cardenal Sturla, acompañado por los Padres Marcelo Marciano y Sebastián Pinazzo. Además participaron otros sacerdotes y diáconos que, junto a una importante cantidad de fieles, colmaron la capacidad del templo. La animación musical y la presencia de niños, jóvenes y gente de todas las edades le dio a la celebración el marco ideal.
Formamos un templo vivo
El Cardenal Daniel Sturla manifestó su emoción por lo que se estaba viviendo en el templo parroquial: “Yo creo que todos vivimos el gozo de este encuentro, de esta fiesta”. Hizo notar que el rito que se estaba celebrando comenzaba con la aspersión del agua bendita sobre todos los presentes, «porque precisamente la Iglesia santa no es ante todo paredes, sino que la Iglesia es la Asamblea convocada, el Pueblo de Dios”. Añadió que “cada uno de nosotros es templo vivo, pero juntos formamos el templo vivo de esta comunidad parroquial, y unidos a los demás templos parroquiales formamos el de la Arquidiócesis de Montevideo”.
Lo mejor para Dios
Además el Pastor de nuestra Iglesia explicó las razones para embellecer el templo parroquial: “Queremos ofrecer lo mejor, lo más lindo, lo más hermoso a Dios”. Reflexionó que alguno podrá decir “¿y los pobres?, podrían haber juntado esta plata y dársela a los pobres”. Para contestar, recordó el pasaje evangélico en el que una mujer rompe el frasco de perfume y lo vuelca a los pies de Jesús (Jn. 12, 1-6).
Mencionó que, en ese pasaje, quien recriminó a la mujer fue Judas Iscariote, “¿por qué este gasto?, habría que habérselo dado a los pobres”, fueron las palabras de quien traicionó a Jesús. En cambio, dijo el Arzobispo, el Señor dice “déjala, déjala”. “¿Por qué? Porque el amor a Dios y el amor al hombre tienen cantidad de gestos que van más allá de lo pragmático y que tienen esta realidad de la gratuidad. ¿Por qué regalamos flores?, ¿no se marchitan? Y qué regalo más lindo que el enamorado le lleve flores a su enamorada, o nosotros cuando llevamos flores al cementerio”, añadió.
El Cardenal Daniel Sturla enfatizó que “el amor nos hace tener estos gestos de gratuidad”. Agregó que “los grandes santos han tenido una preocupación por los pobres sincera y eficaz”, pero al mismo tiempo “han tenido enorme cuidado de la Casa de Dios, del Altar del Señor”. “Las cosas de Dios las cuidamos con espíritu de piedad, es decir, de amor filial”, concluyó.