En un momento en el que frases como ‘cuidados paliativos’, el ‘buen morir’ o la ‘muerte digna’ están sobre la mesa, conversamos con el Dr. Enric Benito, docente y conferencista con una historia particular. Compartimos con ustedes parte de su diálogo con nuestra redacción.
Por estos días, en Uruguay está de visita el médico especializado en cuidados paliativos, Enric Benito. El motivo de su llegada fue la presentación de la película Hay una puerta ahí, pero también estuvo realizando ponencias sobre el acompañamiento espiritual en el proceso de morir.
El especialista español, que también es docente y conferencista, pasó de trabajar como médico oncólogo a dedicarse exclusivamente hacia los cuidados paliativos, hecho que modificó su vida.
Está en Uruguay desde hace unos días. ¿Nos podría contar un poquito cuál es el motivo de su llegada y permanencia en nuestro país?
El motivo fundamental es para acabar la filmación de una película que se va a presentar públicamente mañana, en el Movie Center de Montevideo, a las siete de la tarde. Es una película en torno al acompañamiento de un paciente de una empresa conocida, y que tuvimos durante meses ese intercambio. Si quieres luego hablamos de la película, pero el motivo fundamental es ese. De paso, que ya estoy aquí, aproveché para dar alguna charla. Es la segunda vez que estoy en Uruguay, y en estos días estoy invitado para hacer formación, estoy dando bastante formación en este momento, en lo que tiene que ver con el acompañamiento espiritual en el proceso de morir. He estado dando clases en la Universidad Católica, la Universidad de la República, en el Sindicato Médico, en la Sociedad Uruguaya de Cuidados Paliativos, entre otros. Estoy aprovechando para hacer varias cosas y también alguna entrevista, como esta.
Algo que me parece muy interesante de su biografía, es el paso que dio de médico oncólogo a trabajar dentro de los cuidados paliativos. Salvando las distancias, y parafraseando la situación, ¿sería como pasar de trabajar con la enfermedad, a enfocarse en las personas? ¿Cómo ocurre ese cambio?
El cambio fue la respuesta a la reflexión, después de una crisis personal importante, a mis cuarenta y pocos años. Tenía un rol como oncólogo, como científico, como académico, como padre de familia, pero sin embargo me encontraba muy mal.
Había algo que no funcionaba. Hay un tema: el dolor es algo físico, pero el sufrimiento es existencial. Al igual que con el dolor, avisa al cuerpo que hay algo que no está bien. El sufrimiento avisa que, en el alma, en tu espíritu, hay algo que debe arreglarse. Yo no entendía nada de lo que me estaba pasando, pero tuve lo que llaman crisis o depresión, junto con estrés. Una especie de burnout, una noche oscura del alma, un caerse del caballo, tocar fondo, o descubrir que hay otra realidad que te sostiene. Todo eso son palabras para explicar una crisis, y descubrir que la causa era que no estaba haciendo aquello que, de alguna manera, me había prometido a mí mismo que haría en esta vida. Había salido del camino, era famoso, rico e importante. Pero no era feliz.
Con el tiempo y con ayuda, me di cuenta que lo mío no era recetar quimioterapia ni tratar el cáncer, sino cuidar personas en el proceso de morir. Cuando hice ese cambio, la vida me ha empujado a seguir creciendo y compartiendo esa parte tan importante que es el acompañamiento espiritual. Como académico que soy, siempre he planteado una perspectiva humanista, profesional. Se que pertenecen a una revista católica, pero yo hablo para un público abierto, mis pacientes tienen derecho a ser agnósticos, ateos, musulmanes, budistas, porque por dentro todos somos iguales. Nuestras creencias pueden ayudarnos u obstaculizar, depende de cómo las tengamos colocadas, pero la profundidad de la persona es la misma.
Cuando dejé la quimioterapia para pasar a trabajar desde la presencia y la compasión, que son las herramientas que empleamos, aprendí a descubrir que en la vida hay verdades que no están escritas en los libros, desde la experiencia de acompañar a cientos de pacientes en los momentos más auténticos de la vida, que es cuando parece que todo se acaba y las cosas son verdad. Ahí se aprende lo que no está escrito.
Justamente en ese momento de sufrimiento, ¿qué cosas se aprenden?
Creo que el sufrimiento es el rechazo de la realidad. No tiene por qué haber sufrimiento. Normalmente hay un poco, por nuestra tradición. La persona que creó los cuidados paliativos en occidente, desde el punto de vista académico y profesional fue Cicely Saunders, que fue una maestra inglesa ya fallecida y muy creyente. Una vez dio una conferencia en la Abadía de Westminster, en el contexto de unos ejercicios espirituales para sacerdotes, le pidieron que hablara de la fe. Al terminar le dijo a un colaborador suyo: ¿tú crees que esta conferencia está a tiempo de publicarse? No solo eso, sino que has descrito muchas cosas interesantes y que nadie conoce. Si me das permiso, te voy a hacer un libro. Lo hizo, y luego se preguntó qué nombre le ponían. Ella le dijo ‘el título tiene que ser Velad Conmigo’. Estas palabras de Jesús en el Huerto de Getsemaní, han sido una inspiración para toda una vida en cuidados paliativos, para saber cómo acercarse a alguien en este proceso y cómo acompañarlo.
Retomando el tema del sufrimiento, te diría que la resistencia a la aceptación de la realidad, porque lo que viene no me gusta o no es lo que yo esperaba, y nos toma desprevenidos. Cuanto más rechaces y te opongas, mayor será el sufrimiento, que es la energía que ponemos por aquello que no podemos cambiar. Es humano sufrir, incluso comprensible. Volviendo al Huerto de Getsemaní, hay un momento en el que Jesús dice ‘Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz’, porque lo que iba a pasar no le gustaba nada. Esta sería la respuesta humana inmediata a algo que me supera y no puedo modificar. Pero acto seguido, y al cabo de un rato de oración, dice ‘hágase en mí tu voluntad’. En ese momento está la entrega, la aceptación, y a partir de aquí pasa lo que no sabe la gente, que es que la aceptación te lleva a otro estado de conciencia. Cuando sueltas la supuesta y fantasiosa necesidad de control de la situación, aprendes una nueva experiencia.
Al acompañar el sufrimiento, descubres que es la resistencia hacia lo que no me gusta, y que la aceptación es el camino para la trascendencia. Dentro de ese proceso, el acompañamiento es ayudar a la persona a soltar, a permitir, al dejar ser, a no luchar. Cuando hace ese camino, le da paz y tiene un crecimiento vicario. Es el descubrimiento de una realidad más allá de la aparente, de la que tú, por estar vinculado y cercano, recibes el perfume de lo que a ella le pasa. Esa persona entró a un espacio de serenidad que es parte de la sanación, de la recuperación de la integridad. El acompañar es descubrir.
Me gusta provocar y decir que la muerte no existe. Lo que existe es el morimiento, que es un proceso de desencarnar. Es como el nacimiento, venimos a este mundo de una manera un poco compleja. No son momentos fáciles, pero después accedes a otro nivel de conciencia. Eso es lo que aprendes cuando acompañas, y el legado, el regalo y la herencia que ellos nos dejan es perder el miedo a la muerte, que no es poca cosa. Saber que la muerte no existe, y que es parte de un proceso muy bien organizado. Cuando digo estas cosas la gente no lo comprende; cognitivamente no lo puedes entender, pero la realidad no la comprendemos con la mente, sino desde el corazón, desde la experiencia y desde la vivencia. Comprendo que produzca rechazo e incomprensión, pero a la gente le pido que sean valientes y que domestiquen su miedo y experimenten qué pasa cuando alguien se va, sobre todo cuando es alguien que ha vivido con coherencia y se está yendo en paz, de forma armónica, y te deja esa experiencia de decir ‘Wow, qué poco sabemos de esto’.
Es muy fuerte esto de que la muerte no existe, pero me interesa preguntarte: ¿Cómo nos preparamos para ese momento de la muerte? ¿Qué sería el ‘buen morir’?
La buena muerte es la aceptada y acompañada. ¿Y cómo se acepta la muerte? Porque parece que no es fácil. Creo que no debemos identificarnos ni con tu cuerpo, ni con tu género, ni con tu edad, ni con tu profesión. Todas son circunstancias, algunas buscadas y otras no, pero son circunstancias temporales y efímeras. Lo que tú eres no está nunca amenazado. Esa conciencia que me permite escuchar eso que estoy diciendo, esa conciencia no tiene nombre, ni género, ni edad. Lo que tú eres, lo que hace que te despiertes por la mañana y conectes con la realidad, todo eso, está fuera del espacio-tiempo.
Es una afirmación rara, puede sonar media extraña, pero cuando te han pasado cosas en la vida que te han puesto en una crisis personal, que has tocado fondo y has descubierto que este fondo que te sostiene es amoroso, es bondadoso, es magnífico, y no debes temer porque tú formas parte de algo. Nadie se dio la vida a sí mismo, ni controlamos ninguna de las cosas importantes, como los latidos del corazón. Ni siquiera controlamos que salga el sol por la mañana, o el aire que respiramos. No controlamos nada importante. Hay que adoptar esa humildad y asumir que hay algo que lleva todo esto. Hay una vida que tiene un sentido, un propósito. Formamos parte de él, pero no somos sus dueños.
La vida es como un banquete, es una fiesta. Cuando llegas a la fiesta, algunos están intentando acumular la comida como si fuera a acabarse y quieren todo para ellos. Si eres un poco inteligente, paras y dices ‘¿dónde está el anfitrión? porque le quiero dar las gracias’.
Acá se está hablando mucho del tema de los cuidados paliativos y también de la eutanasia. Una de las cartas que se pone siempre sobre la mesa, es la dignidad. ¿Qué tiene que ver la forma de ser del hombre, y aquello que no le puede ser sacado, en el tema de los cuidados paliativos?
En los cuidados paliativos atendemos personas, y para eso precisamos una cierta antropología. No basta solo con saber de anatomía y fisiología, sino conocer qué es un ser humano y cuál es el fundamento de su humanidad. No tiene nombre, le podemos llamar dignidad, es lo que hace que yo sea merecedor de cuidados y de respeto. Es esa fuente, ese espíritu, que me hace digno, ese realmente es el fundamento de los cuidados. Los cuidamos en su vulnerabilidad porque sabemos a partir de la experiencia humana, de que somos humanos y estamos conectados. Pero no es un imperativo moral o una norma ética o un mandamiento. Cuando estás plenamente conectado con lo que tú eres, te das cuenta de que formas parte de algo que nos sostiene a todos. Entonces te conmueve el sufrimiento de otros, porque comprendes que es alguien que está sufriendo porque ha olvidado quien es. Está desconectado de su ser.
Detrás del tema de acabar con el sufrimiento de manera rápida, sea por la forma que sea, hay varias asunciones que no están demostradas. Una es que el sufrimiento no sirve para nada, y que hay que domesticarlo, anestesiarlo y quitarlo. Si no hubiese pasado por mi crisis existencial, no estaría aquí. Estaría indicando quimioterapia en algún lugar, y sería mucho más ignorante de la vida. El sufrimiento no es porque sí, es parte de la existencia. En ese proceso, es el espíritu el que está pidiendo paso. Es como un grito desde tu propia profundidad que está pidiendo ser comprendido a otro nivel. El sufrimiento no hay que buscarlo, ni aplaudirlo, ni homenajearlo, pero tampoco hay que esconderlo o rechazarlo, porque es una fuente de crecimiento humano.
La otra asunción la diré de forma directa, para provocar: ‘muerto el perro, se acabó la rabia’. O sea, si le quitamos la vida, entonces dejará de sufrir. Es algo que se asume, pero que no está demostrado. ¿Cómo sabe usted que no sufrirá por ello después de muerto? Los que no sufren son quienes dejan de preocuparse y ocuparse del otro.
Eso le iba a preguntar: ¿Qué lugar ocupa el otro?
Lo que tenemos claro en los cuidados paliativos, es que el cuidar y el acompañar es la oportunidad para que el paciente emprenda un viaje, desde su mente hacia su corazón, desde su personaje hacia su profundidad. Y esto es lo que se ve en la película-documental, de la que no hemos hablado. A partir de allí, empezamos a reflexionar juntos y dejamos las ideas, para basarnos en la experiencia. Porque desde aquí, sentado, puedo hacer cualquier tipo de especulaciones sobre lo que imagino que voy a querer que pase, y planificar cómo quiero morir. Lo podemos suponer tomando un café, pero cuando estemos ahí, veremos qué verdaderamente pasa. Por lo tanto, lo importante es la experiencia, no la idea.
Hay una puerta ahí se llama la película. Como decía el doctor, es una producción de Mueca Films. ¿Cómo nació la idea de este documental?
En 2019, una médica uruguaya que trabaja en cuidados paliativos, la doctora Ramos, que está en el Casmu, habló conmigo durante un congreso en Salta, Argentina, y me contó el caso de esta persona, que era un paciente que se llamaba Fernando Sureda. Yo pensé que podría ser de mi pueblo, por el nombre, porque soy de Mallorca y muchos vinieron para Argentina y Uruguay. Efectivamente lo era. Luego le pregunté la edad, tenía setenta años, que era mi edad. Le pedí que me escribiera para poder conocerlo, y ahí empezamos a hablar, a respetarnos y a aceptarnos. Él era una persona solidaria, era una buena persona, que sabía que estaba muriendo y que tenía el tiempo contado, y que se preocupaba por los demás, por los que quedan. Empezó promoviendo la ley de eutanasia porque no quería generarle sufrimiento a su familia, estaba interesado en ayudarlos.
En el primer zoom le pido grabar las charlas, porque tengo muchos alumnos a los que les doy clases y quería que vieran esta experiencia, como un material docente. Él me responde que no, que para eso que haga una película. En un momento, en tono de broma, me dice que sacaríamos una serie de Netflix, y que la iba a dirigir Martin Scorsese.
Al cabo de un tiempo, me dice que hay una productora en Montevideo muy interesante, que son los Ponce de León. Y quedó por ahí. Seguimos grabando cada sesión, hasta que falleció en septiembre de 2020, en un proceso de mucha paz. Pasó de ser militante de la eutanasia a convertirse en un agnóstico esperanzado, y todo eso está grabado.
Después me comuniqué, tal como me dijo, con Facundo Ponce de León y le dije que tenía un pedido del más allá para él. Le pasé muchas horas de grabación y conversaciones de WhatsApp de esos nueve meses, y el material le pareció muy intenso e interesante. Ahí es que surge la idea del film.
5 Comments
Hace 7 meses falleció mi marido con cuidados paleativos. Recién hoy encontré una respuesta rescatable a su muerte. Gracias !
Me parece muy interesante el tema xq la gente en muchos casos no aceptan la muerte xq solo nos preparamos para vivir sin darnos cuenta que la muerte es parte de vida
El 12 de noviembre falleció mi madre. Había entrado en Cuidados Paliativos unos días antes.
Tuve la bendición de Dios de poder acompañarla, sobre todo en los últimos meses en que su salud se fue deteriorando rápidamente. Persona de mucha fe, de misa diaria hasta que pudo hacerlo, al ver lo que iba sucediendo pedí a un sacerdote que le diera la Unción de los Enfermos y la Eucaristía estando todavía con lucidez. También hablé con mis dos hermanos y vinieron en distintos momentos sus once nietos y habló con cada uno y recibieron ellos y ella la expresión del cariño mutuo. Seguí acompañándola estando ella dormida y por ratos despierta, rezando el Rosario en voz alta y cantándole canciones religiosas que a ella le gustaban.
Estaba en un residencial muy bien cuidada y yo accedía todo el tiempo que quisiera estar con ella. Ya tenía oxígeno hacía varios días.
El poco tiempo que estuvo en Cuidados Paliativos me ayudó a ver y estar en sus últimos momentos que los vivió en paz, con mi oración y las canciones que le canté bien al lado suyo, mientras su respiración se hacía lenta hasta su último aliento.
En ese momento me quedé en silencio junto a mi esposo y el tercero de mis hijos que me habían acompañado para estar un rato con ella, pero al entrar al cuarto percibí que era el final.
En todos esos momentos le expresaba mi cariño y el de todos acariciando su mano, su cara, dándole un beso..
No sé si escuchan nuestras voces, sólo sé que el cariño, su apoyo espiritual además de la parte médica, son esenciales. Agradezco al Dr. Silva geriatra y al Dr. Anández del equipo de Cuidados Paliativos del Círculo Católico por su apoyo y acompañamiento.
Y doy gracias a Dios otra vez por entender sólo un poquito la importancia de acompañar a un ser querido en el buen morir.
El 12 de noviembre falleció mi madre.
Había ingresado a Cuidados Paliativos unos días antes.
Todo lo que leo en la entrevista me toca muy de cerca.
Dios me dio la gracia de estar en sus últimos momentos y acompañarla en su partida.
Puedo decir que se fue en paz.
Acompañar el buen morir es un experiencia que marca mi vida y muy segura estoy que marcó la de ella.
Algún día comentaré cómo la viví.
Hoy agradezco a los doctores Silva, geriatra y Ánandez del equipo de Cuidados Paliativos del Círculo Católico por su apoyo y acompañamiento.
Espíritu es un concepto correspondiente a un realidad que entiendo debe tenerse presente para una mejor comprensión de lo manifestado por el Dr. Benito.
Con esa finalidad transcribo, abreviado, el término tomado del “Diccionario de Filosofía”. Walter Brugger. Ed. Herder)
• Ser inmaterial – excluye la intrínseca vinculación a la materia
• Simple – no permite la composición en partes en el espacio ni esenciales
• Substancial – capaz de poseerse a sí mismo mediante:
– la autoconciencia
– la libre autodeterminación
• Apto para conocer todo ser y comprender y realizar valores suprasensibles
• Su perfección funda de manera natural el ser-persona.