El papa León XIV nos llama a redescubrir el valor de la vejez en la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. Por Giuliana Ferreira y Leandro Lia.
El próximo domingo 27 de julio no será un día más en nuestro calendario. En esa fecha celebraremos la V Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, un día en el que, según nuestro santo padre, no será un simple homenaje a la tercera edad, sino el reconocimiento de que “los ancianos son los primeros testigos de esperanza”.
Por tal motivo, el papa León XIV y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, compartieron un mensaje que invita a mirar con otros ojos a los mayores: no desde la fragilidad ni el “ancianismo”, sino desde su potencial espiritual, su sabiduría y su aporte único a la vida de nuestra Iglesia y de la sociedad.
“Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza”
Inspirado en figuras bíblicas como Abraham, Sara, Moisés, Zacarías e Isabel, el mensaje recuerda que muchas veces es en la vejez cuando Dios llama a colaborar en sus designios. “Con estas elecciones —escribe el papa— Dios nos enseña que, a sus ojos, la ancianidad es un tiempo de bendición y de gracia”. Y agrega con fuerza: “para él, los ancianos son los primeros testigos de esperanza”.
Precisamente, el lema de este año —“Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza” (cf. Si 14,2)— orienta la reflexión hacia un punto clave: en tiempos donde el individualismo y la cultura de descarte amenazan a los mayores, la Iglesia propone un mensaje hacia el cuidado, la cercanía y la gratitud.
Esta carta del santo padre se enmarca, además, en un año muy especial: “El Jubileo que estamos viviendo nos ayuda a descubrir que la esperanza siempre es fuente de alegría, a cualquier edad. Asimismo, cuando esta ha sido templada por el fuego de una larga existencia, se vuelve fuente de una bienaventuranza plena”.
La riqueza de cada tiempo
León XIV también plantea un diálogo entre generaciones que enriquezca la vida de nuestras comunidades. “La inexperiencia de los jóvenes necesita del testimonio de los ancianos para trazar con sabiduría el porvenir”. La memoria, la fe vivida, la perseverancia y el amor transmitido por los mayores se convierten así en un legado esencial para construir el futuro.
Pero el mensaje no idealiza. También señala que los ancianos, aunque sean signos de esperanza para los demás, necesitan ser escuchados, acompañados y sostenidos. “Hay una bienaventuranza en la ancianidad —afirma el papa— una alegría profundamente evangélica que brota cuando se derriban los muros de la indiferencia y se experimenta el consuelo de Dios”.
Dentro del documento, el papa advierte: “Nuestras sociedades, en todas sus latitudes, se están acostumbrando con demasiada frecuencia a dejar que una parte tan importante y rica de su tejido sea marginada y olvidada”. Frente a eso, León XIV propone un compromiso pastoral concreto: “Cada parroquia, asociación, grupo eclesial está llamado a ser protagonista de la revolución de la gratitud y del cuidado”. Visitar frecuentemente a los mayores, crear redes de oración y apoyo, y entretejer vínculos que devuelvan dignidad a quienes se sienten olvidados son gestos urgentes y necesarios.
Un signo del Jubileo: visitar a los ancianos
En el marco del año santo, esta jornada también se une a la invitación de vivir un tiempo de liberación y misericordia. Para quienes no puedan peregrinar físicamente a Roma, la Penitenciaría Apostólica otorgará la Indulgencia Jubilar a quienes visiten a ancianos en situación de soledad, como signo concreto de encuentro con Cristo, tal como se señala en el documento:
“El Papa Francisco quiso que la Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores se celebrase sobre todo yendo al encuentro de quien está solo. Y por esa misma razón, se ha decidido que quienes no puedan venir a Roma este año, en peregrinación, «podrán conseguir la Indulgencia jubilar si se dirigirán a visitar por un tiempo adecuado a los […] ancianos en soledad, […] como realizando una peregrinación hacia Cristo presente en ellos (cf. Mt 25, 34-36)» (Penitenciaría Apostólica, Normas sobre la Concesión de la Indulgencia Jubilar, III). Visitar a un anciano es un modo de encontrarnos con Jesús, que nos libera de la indiferencia y la soledad”.
Este acto, aparentemente simple, encierra un enorme poder transformador. En palabras del papa es un signo de esperanza concreta, que restituye a los mayores su lugar en el corazón de la comunidad cristiana.
Una esperanza que no envejece
El mensaje concluye con una reflexión muy significativa: aunque el cuerpo envejezca, el amor y la fe no pierden fuerza. “Nuestro físico está débil, pero, incluso así, nada puede impedirnos amar, rezar, entregarnos, estar los unos para los otros, en la fe, señales luminosas de esperanza”, expresó León XIV citando sus palabras del Ángelus del 16 de marzo de 2025.
Y agrega con convicción: “Todos, siempre, podemos amar y rezar”.
Celebrar en comunidad
Esta jornada también es una oportunidad para que, como parroquia, colegio, movimiento y familia vivamos gestos concretos de agradecimiento hacia los mayores. Una llamada telefónica, una visita, un mensaje o incluso una celebración como comunidad pueden convertirse en signos visibles de esa “revolución del cuidado” a la que nos invita el papa. Los abuelos no solo guardan las raíces de nuestras historias personales, también son puentes vivos hacia la fe, la ternura y la esperanza.
A medida que nos acercamos al 27 de julio, vale la pena preguntarnos: ¿quiénes son los ancianos que me rodean? ¿A quién me puedo acercar con una visita, una palabra, una oración? Quizá la respuesta a esas preguntas nos lleve, como dice el papa, a descubrir que “visitar a un anciano es un modo de encontrarnos con Jesús”. Y en ese encuentro, renovar juntos la esperanza.
Todos podemos ayudar
Contactate con la pastoral social arquidiocesana
Si querés brindar algún tipo de colaboración con los adultos mayores de nuestra arquidiócesis, te podés comunicar con la Pastoral Social al número 095 258 707 o por correo a pastoralsocial@icm.org.uy.
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1 Comment
Un saludo cordial, que los abuelos sigamos dando cordura a hijos y nietos en estos tiempos locos.