Editorial del Pbro. Gonzalo Estévez, vicario general de la Arquidiócesis de Montevideo, de cara a la segunda vuelta de las elecciones nacionales.
Hermanos: por fin llegó el día. Hoy elegimos entre dos candidatos y sus propuestas. Hemos tenido tiempo de calibrar sus proyectos y hemos puesto en la balanza sus capacidades y limitaciones. Pero ninguno de los dos está solo: muchos hombres y mujeres trabajaron y trabajan con ellos. Y también esos actores secundarios cuentan a la hora de depositar nuestro voto.
Y sé que en este día medio país y un puñado más celebrará un triunfo. Mientras medio país y un poco menos lamentará no haber logrado su objetivo.
Y si me importa pensar en ese pequeño grupo que definirá finalmente quién será nuestro presidente por el próximo periodo de gobierno… mucho más me importa pensar en la mitad ganadora y en la mitad perdedora del balotaje.
Porque tengo claro que los uruguayos estamos divididos en mitades, no solo en razón del instrumento electoral de la “segunda vuelta”, sino porque hay dos sensibilidades y estrategias diferentes en la planificación del futuro nacional.
Y si estamos divididos por ideologías no debemos olvidar que nos une la nación. Y que el amor común a la patria debe siempre primar sobre cualquier otra adhesión partidaria.
Uruguay siempre será más y mejor que mi grupo. Y si no lo entendemos así vano es nuestro sueño de un futuro feliz para nuestros hijos y nietos, y nuestra militancia partidaria no es más que pasión de barra brava que solo busca que el otro pierda para gozarse más en el fracaso ajeno que en el triunfo propio.
El partido se juega entre todos. Y debemos respetar al rival. Y ser leales y generosos. Y alegrarnos de que en la cancha juguemos los dos equipos. Y pensar que hay veces en que, incluso el jugador más identificado con los colores de mi cuadro puede ser ídolo de todos cuando es convocado para vestir la celeste. Los tiempos electorales son campeonatos domésticos. El período de gobierno es tiempo de copa del mundo. La camiseta y la camiseteada para los campeonatos chicos. Para olimpíadas y mundiales siempre arriba la Celeste.
Abrazo y bendiciones.