La parroquia de los Conventuales
La parroquia San José y San Maximiliano, más conocida como Conventuales, es un referente para los barrios Sur y Palermo. Sacerdotes y hermanos franciscanos han acompañado la vida de los habitantes de Montevideo, sobre todo de los más necesitados.
Manos a la obra
El templo de la calle Canelones esquina Gutiérrez Ruiz perteneció en sus comienzos a la Hermanas Salesas Visitandinas de Clausura, quienes estuvieron allí por más de 80 años, hasta su traslado al barrio Peñarol.
En el año 1950, los Hermanos Menores Conventuales tomaron posesión del lugar, caracterizado por su estilo historicista; edificio hecho con características del pasado. El arquitecto del Renacimiento italiano Jacopo Barozzi, quien es considerado el más importante de Roma durante esa época, fue elegido para volcar su estilo en este templo.
Muchos han sido los cambios estructurales desde 1950 hasta la fecha. La última restauración tuvo lugar a finales del siglo XIX y principios del XX.
Es importante destacar que a mediados del siglo XIX la capital uruguaya contaba solo con tres templos en Ciudad Vieja: la Iglesia Matriz (Catedral Metropolitana), la capilla del Hospital Maciel y Conventuales.
El agrimensor francés Víctor Rabú, de presencia destacada en nuestro país a partir del año 1862 cuando terminó sus estudios en Montevideo, le dio su toque al templo de la calle Canelones.
Varias son las estructuras que reflejan su obra en Uruguay, todavía hasta nuestros días: el templo de San Francisco de Asís, de la calle Cerrito; la Bolsa de Comercio de Montevideo (donde hoy funciona el Banco República); la iglesia parroquial de Melo, en el departamento de Cerro Largo, entre otras.
Conventuales tiene dos de los tres únicos altares barrocos que existen en nuestro país.
Patrono de nuestro tiempo
En el interior del templo se encuentran decoraciones barrocas, muros, balcones, cornisas, óleos e imágenes de San Maximiliano Kolbe, San Francisco de Asís, la Virgen María, entre otros.
El principal óleo que se aprecia es el del maestro italiano Lino Dinetto, firmado por él mismo, cuyas obras, para la Iglesia Católica Uruguaya, forman parte del Patrimonio Histórico Nacional.
En la pared izquierda del pasillo central, se destaca una gran pintura de Maximiliano María Kolbe junto a la Virgen María. Este fraile, es considerado un héroe de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), es también llamado “el santo del Holocausto”.
La historia del franciscano polaco se hizo popular por su asesinato en el campo de concentración de Auschwitz, el 14 de agosto del año 1941. Kolbe, quien había formado el movimiento llamado “Milicia de la Inmaculada” y fundador de una radio, fue un hombre formador de opinión; motivo para que los alemanes lo siguieran.
Son varios los registros, incluidos testimonios de sobrevivientes del Holocausto, sobre la forma de proceder del santo en el campo, con los nazis y con las víctimas. El hecho más impactante cuenta que, el sacerdote polaco ofreció su vida para salvar a uno de los prisioneros, muriendo en el paredón.
Este cuadro de grandes dimensiones, muestra que la Iglesia Católica sufrió junto al pueblo judío; es un símbolo de . La imagen de la Inmaculada, está cubriendo las espaldas de Kolbe, quien está vestido con el uniforme del campo y el número otorgado, 16.670, representa el amor incondicional de la Madre de Dios por cada uno de sus hijos.

En una celebración de la Visita a las siete iglesias, ante de la pandemia./ Fuente: F. Gutiérrez
Familia franciscana
No se puede hablar de la parroquia sin mencionar la rica historia que albergan las paredes del convento, los claustros, el patio interno y sobre todo el museo San Bernardino, contiguo al templo.
Allí se aprecian documentos y varios objetos de la época colonial de la ciudad, cuando se llamaba San Felipe y Santiago. Dentro de los mismos se aprecia una escultura de la cabeza de José Gervasio Artigas, cuya familia perteneció a la Tercera Orden Franciscana. Los primeros pobladores de Montevideo tenían vínculo estrecho con la Orden de los Hermanos Menores Conventuales.
La organización y diseño de la información estuvo a cargo del historiador Mario Cayota, quien pertenece a la Orden Franciscana Seglar, y acompaña la vida de la comunidad desde hace varios años. Fue embajador uruguayo ante la Santa Sede durante el período 2006 y 2011. Volvió a asumir tras la renuncia del Dr. Francisco Ottonelli.
En una de las vitrinas hay una hoja con el nombre: Martín José Artigas, padre del prócer. Este hombre, perteneciente a la familia franciscana, era el encargado de distribuir el dinero a los más necesitados. La familia de Francisca Antonia Arnal y Martín vivían en frente al convento, ubicado en las calles Cerrito y Colón.
En el museo hay una imagen de Jesús cargando la cruz de madera. Según los encargados del museo, era la que salía en las procesiones de Semana Santa por muchos años, hasta 1910. Los integrantes de la Tercera Orden la llevaban por las calles de Montevideo, sobre todo el Viernes Santo.
Los franciscanos y el candombe
El templo de los franciscanos conventuales siempre fue lugar de reunión y descanso espiritual de las familias procedentes del continente europeo. Muchos de ellos, llegados a Montevideo, se afincaron en la zona del hoy barrio Sur y Palermo, en las proximidades de la parroquia.
Negros, mulatos, pardos encontaron refugio en el carisma del santo de Asís y participaban de las celebraciones litúrgicas. Uno de los casos más conocidos de nuestro tiempo es el de la vedette y bailarina Fermina Gularte Batista, popularmente llamada Martha Gularte, quien asistía a misa todos los domingos de mañana.
En el museo se encuentra una imagen de un santo negro, de nombre Benito, quien mucho tiene que ver con el origen del candombe en nuestro país. Investigaciones de la Facultad de Teología relatan que el primer candombe bailado en público en Montevideo fue durante una procesión de Corpus Christi.
Benito de Palermo, es un santo de origen africano, hijo de esclavos, quien perteneció a la Orden de los Hermanos Conventuales. Es considerado patrono de los afroamericanos.
Una investigación realizada por uno de los frailes del convento, cuenta que la devoción a San Benito llegó desde Europa, propagándose por numerosos países de América del Sur. Los esclavos negros fueron los principales encargados de dar a conocer al santo.
La visita al museo es coordinada previamente con los frailes.
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Me llena de alegria saber que el padre de nuestro hèroe màximo era tan activo en la Caridad.