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Vale la pena

Los sacerdotes de Montevideo celebraron su Jubileo
Los sacerdotes celebraron el 3 de octubre /G. De Luca

Todas las comunidades de la Iglesia celebran este 2016 el Año Jubilar y esta semana fue la fiesta de los sacerdotes, que se reunieron para festejar la misericordia de Dios. En la Arquidiócesis hay cerca de 220 ordenados y el pasado lunes la mayoría asistió a un encuentro en el Colegio Misericordista y en el Santuario del Sagrado Corazón, en el Cerrito de la Victoria.

Los saludos y abrazos a la entrada del colegio eran afectuosos. Amigos que no se veían desde hacía tiempo, antiguos compañeros de seminario que se encontraban y caras sonrientes en todos ellos. El anfitrión era el P. Luis Fariello, párroco de Nuestra Señora de la Guardia y San Luis Gonzaga, en La Barra, y la primera actividad fue en el teatro del colegio. El Card. Daniel Sturla dio la bienvenida y los padres vieron un documental sobre los ocho sacerdotes que son patronos de las cuatro zonas pastorales de la ciudad.

El material, producido por ICMtv, recoge testimonios y recuerdos de los padres Mons. Carlos Parteli, Arturo Mossman, Francisco Berdiñas -Paco-, Antonio Ramírez, Alfonso Vidal, Miguel Ángel Brito, Mario Bortignon y José Luis Bonifacio, Pepe.

Sacerdotes from Iglesia Católica Montevideo on Vimeo.

“Sabíamos que eran padres muy buenos pero no habíamos escuchado su historia, esto nos permitió conocerlos más”, comentaría más tarde el seminarista Juan Andrés Verde. Él y Fermín Otegui serán los próximos en recibir la ordenación diaconal, antes de la sacerdotal.

Sacerdotes felices

A los recuerdos de los difuntos se sumó el testimonio de los vivos. Los padres Gabriel Barilari, salesiano, y Eduardo Sánchez, del Clero, subieron al escenario y compartieron sus vivencias.

Barilari contó su incertidumbre ante una operación del corazón hace 22 años. “Me interrogaba qué hacer con mi vida y el Señor me estaba dando otra oportunidad de vivir el sacerdocio de una manera mejor”. Pidió a Dios poder celebrar Misa todos los días y desde ahí su vida se centró más en Cristo, según contó. “Cuando me entrego y ejerzo mi ministerio, me siento feliz y veo que hago felices a los demás. Sobre todo, lo veo reflejado cuando puedo ejercer el ministerio de la reconciliación, ahí uno toca con la mano la gracia de Dios”, agregó.

Gabriel Barilari y Eduardo Sánchez /G. De Luca

El salesiano contó que muchas veces no ve los frutos de su labor, pero sabe que está sembrando y el Señor actuará por medio de él. “Soy un sacerdote feliz”, concluyó.

Entonces tomó el micrófono Sánchez, que es argentino y describió el ambiente que había cuando entró al seminario y recibió la ordenación sacerdotal. Lleva 45 años de ministerio y relató que hace muchos años, cuando tenía menos de 30, confesó a una persona que estaba apartada de la Iglesia desde hacía 35 años. “Gracias, Señor, porque valió la pena haber nacido. Si sirvo para algo, está expresado en esto”, subrayó.

El P. Sánchez reflexionó en voz alta sobre la fidelidad de Dios - “Él es capaz de guardar silencio en los momentos más difíciles, pero ahí está, Dios no se oculta”- y pidió a sus compañeros que se unieran a su intención. “Demos gracias a Dios porque nos ha elegido como instrumentos de su misericordia", propuso.

El gimnasio del colegio recibió entonces a todos los padres, que se encontraron en torno a un café. Poco después comenzó la celebración litúrgica, y entonces todos se revistieron. Los cerca de 180 sacerdotes presentes comenzaron entonces a ponerse las albas blancas y el Card. Daniel Sturla pasó al frente, acompañado por el Obispo Auxiliar Milton Tróccoli.

Ser fiel reflejo del Señor

La Arquidiócesis había preparado para cada uno, una estola con las imágenes de la Virgen de los Treinta y Tres y de los santos Felipe y Santiago, patronos de la ciudad. El Cardenal las bendijo y le impuso la primera al Obispo Auxiliar. Y luego ellos se la impusieron a los demás, entre saludos emocionados.

El Cardenal dio una estola a cada sacerdote /C. Bellocq

Después de eso peregrinarían juntos hacia la Puerta Santa de la iglesia del Cerrito. Para que todos pudieran lucrar la indulgencia plenaria, dispusieron de un tiempo para poder reconciliarse. De fondo sonaba la música de dos seminaristas y los padres se apartaban un poco para confesarse. Decenas de absoluciones en simultáneo. Algunos terminaban su parte e intercambiaban roles. Varios se daban un abrazo fraterno antes de volver a ocupar su asiento.

Los padres peregrinaron hacia la iglesia del Cerrito /C. Bellocq

La Misa fue particular, pues eran cerca de 180 concelebrantes. En el presbiterio estaban casi todos los seminaristas, los padres ocupaban la mitad del templo.

El Cardenal fue breve en su homilía, pues reconoció que todos estaban “un poco cansados”. Se centró en lo importante: ser fiel reflejo del Señor. Y para esto, tener un corazón misericordioso. El Evangelio del día era la parábola del buen samaritano, que comienza con la pregunta de un maestro de la ley a Jesús sobre cómo ganar la vida eterna. La respuesta del Maestro es el amor, recordó el Cardenal.

Concelebraron unos 180 sacerdotes /G. De Luca

“Queremos ser Iglesia en salida. Que no haya gente que no conozca a Cristo por nuestra culpa”, pidió además el Arzobispo.

En esta Misa particular, los 180 concelebraron, con la mano extendida hacia el altar. Y luego todos comulgaron el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

Pasado el mediodía, todos volvieron al colegio, donde los esperaban varias mesas elegantemente tendidas para un almuerzo completo. Comida bien presentada, compañía y tiempo para celebrar.

Por Carolina Bellocq

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