Los que imitan a Jesús y mueren al entregar su vida por los demás
El Papa Francisco reconoció una nueva vía para alcanzar la santidad, que se suma a las tres existentes hasta el momento. Se llama «la vía del ofrecimiento de la vida” y reconoce la santidad de los cristianos que, con la intención de seguir al Señor e impulsados por la caridad, ofrecieron heroicamente su vida por el prójimo, aceptando libre y voluntariamente una muerte cierta y prematura.
Esta vía se complementa con las tres existentes hasta el momento: el martirio (asesinato por la fe), la práctica heroica de las virtudes, y la canonización equivalente (confirmación de un culto ya existente, fruto de la devoción al candidato). En cualquiera de estos casos, las personas pueden ser declaradas beatas o santas.
A diferencia de lo que sucede con la vía del martirio, en el caso aprobado ahora se exige de un milagro atribuido a la intercesión del candidato para poder declararlo beato y luego otro para llamarlo santo. Otros requisitos de esta causa son los siguientes, según lo expresado por el Papa Francisco en el Motu Proprio: ofrecimiento libre y voluntario de la vida y heroica aceptación propter caritatem de una muerte segura, y a corto plazo; relación entre el ofrecimiento de la vida y la muerte prematura; el ejercicio, por lo menos en grado ordinario, de las virtudes cristianas antes del ofrecimiento de la vida y, después, hasta la muerte; existencia de la fama de santidad y de los signos, al menos después de la muerte.
Entrevistado por la agencia ACI Prensa, el P. Giulio Maspero, profesor de Teología Dogmática de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en Roma, explicó que el objetivo de esta nueva vía implica reconocer a aquellos que viven y que han dado su vida imitando a Cristo.
“Para entenderlo hay que ir a lo fundamental, y en este caso lo fundamental, como es siempre, es Cristo”, indicó. El P. Maspero se preguntó: “¿Qué es lo que hizo Cristo?: Murió por nosotros. Sabía que iba a morir en la Cruz, a pesar de que no necesitaba morir. Por el contrario, nosotros morimos porque hemos nacido. Él no. Él nació para morir. Y murió para que nosotros viviéramos”.
“Entonces, cuando un hombre muere para salvar a otro, eso ya es imitar a Cristo. Incluso cuando no tiene fe explícita, es decir, cuando no entrega su vida como un mártir al que exigieran rechazar la fe para salvarse”. Porque “cuando una persona hace ese acto de entrega, está imitando a Cristo”. En este sentido recordó que el santo “es una persona que está viviendo la vida de Cristo. La Iglesia cuando dice que alguien es santo no es que lo esté haciendo santo, sino que está reconociendo que algo ha pasado en su vida que le ha convertido en una sola cosa con Cristo”.
Por otro lado, afirmó que se pueden encontrar muchos ejemplos, como el P. Maximiliano Kolbe, quien “durante la Segunda Guerra Mundial, en un campo de concentración, dio la vida para salvar a un padre de familia. Otro caso es el de un carabinero en Italia que murió para salvar a otro”.
“Lo que dice el Motu Proprio ahora es que esto se pude extender también a personas que no tenían una intención explícita de hacer eso para Jesús”, subrayó.
Para ilustrar la intención del Motu Proprio con más claridad, el P. Giulio Maspero señaló el episodio del Evangelio de Mateo en el que se habla del Juicio Final. En ese pasaje Jesús sitúa a su derecha a aquellos que le dieron de beber cuando tenía sed, o de comer cuando tenía hambre. Pero “esos señores preguntan que cuándo hicieron eso. Se nota que no sabían quién era Cristo. Sólo han ayudado a otras personas”.
“Si eso implica dar incluso la vida, darse totalmente al otro, quiere decir que en medio hay una comunión con Cristo, no explícita, quizás, pero real, que se puede reconocer ahora como causa de beatificación”.
El profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz situó este Motu Proprio en la línea del pontificado de Francisco, centrado en la misericordia. “Toda persona que tiene misericordia está hablando de Dios, aunque no tenga una fe explícita”.
“En el fondo es decir lo mismo que subrayaba Benedicto XVI cuando decía que el cristianismo no es una doctrina filosófica, no es una moral, sino que es el encuentro con Cristo, es la presencia de Cristo entre nosotros. El Papa Francisco está explicando lo mismo pero a través de hechos, de gestos concretos”, concluyó.
/Basado en ACI