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Estar es lo más importante

El trabajo en la Capilla del Hospital Pereira Rossell
El Diácono Miguel Zinola / Fuente: Clara Planelles - Arquidiócesis de Montevideo

Para llegar hasta la Capilla del Hospital Pereira Rossell uno debe ser instruido cuidadosamente para evitar perderse. Entre los edificios de Maternidad y Ginecología, en el pabellón donde funciona también la Escuela de Parteras, como silenciosa, allí está hace 76 años la capilla. El complejo del Hospital es una pequeña ciudad de la salud, donde se atienden mujeres, bebés y niños; pre parto, post parto, ginecología, oncología infantil y un largo etcétera. Un mundo de historias y experiencias aconteciendo en un verdadero laberinto de edificios.

La Capilla del Pereira Rossell, que funciona desde comienzos de la década del 40 del siglo pasado, es uno de los cuatro lugares de presencia católica dentro de centros asistenciales públicos que aún perdura; los otros tres son la Capilla del Hospital Maciel (que coordina el párroco de la zona y atienden las Hermanas del Huerto), la Capilla del Hospital Militar (que atiende el sacerdote Genaro Lusararian) y la Capilla del Hospital Viladebó (que coordina el Padre Willliam Bernasconi, tiene misa los sábados a las 17 horas presidida por el Padre Nuble Alonso y es atendida por un grupo de voluntarias laicas). Hasta allí se dirigió icm.org.uy para interiorizarse del trabajo que aproximadamente 25 voluntarios realizan con la coordinación del Diácono Miguel Zinola.

Acompañar y estar atentos a las necesidades

Las realidades que se viven en un centro sanitario como el Pereira Rossell son infinitas. La capilla, de la que fue nombrado responsable el Diácono Zinola el año pasado por el Cardenal Daniel Sturla, tiene un grupo de 25 voluntarios que se encargan de visitar las salas de internación, escuchar a los pacientes, atender sus necesidades espirituales o tratar de solucionar todo lo que esté a su alcance. En otras ocasiones se contactan con sacerdotes para que los pacientes, que así lo deseen, puedan acercarse a los sacramentos que no pueden administrar el diácono (la Reconciliación en este caso).

Un trabajo importante del grupo es el apoyo material, brindándole a las madres que van a tener a sus hijos en el Hospital un ajuar. Justamente Rosamaría J. de Stajano, una “matriarca” del grupo (trabaja allí hace 40 años) que atiende la capilla nos cuenta: “Acá se cubren las necesidades. Por ejemplo se confeccionaron sobrecitos para el traslado de bebés en las ambulancias, a pedido de los pediatras, se hacían grandes y ahora también se hacen más chiquitos. En este caso los hace un matrimonio.”

Rosamaría también nos relata cómo se fue dando el cambio en las tareas de ayuda en el hospital “Cuando entré el trabajo era distinto, visitaba, ayudaba en la higiene, era más enfermera que otra cosa. En ese momento vi que se necesitaba mucho una contención espiritual y junto a la Hermana Ana María (Capuchina), que después tuvo que dejar, nos encargábamos también de este aspecto.”

Otro mojón que recuerda Rosamaría es el momento en el surge la idea de los ajuares para los recién nacidos “Todo se inició con el Padre Ernesto Diano, que daba misa acá. Veía las necesidades y lo que nosotros juntábamos. Y un día me trae un paquete, era un poco de cada cosa: una batita, un pelele, unas mediecitas, todo. Entonces el costurero ahí dijo, tiene razón, vamos a armar ajuares”.

La Capilla recibe donaciones de muchos lugares: parroquias, comunidades religiosas, fieles. Todos los ajuares se arman en el lugar. Es un trabajo de logística importante: “Todo es a través de costureros de distintas parroquias. Una le hace las mantas, otra peleles” nos cuentan. En cuanto a las reservas nos dicen “se vivieron momentos que en el hospital había pocas prendas de ropa de bebé, ahora, gracias a Dios estamos cubiertos.”

Grupo de voluntarias de la Capilla del Pereira Rossell / Fuente: Clara Planelles - Arquidiócesis de Montevideo

El momento y el lugar

Al grupo con el que estábamos dialogando se suma la Hermana Inés García de las Esclavas. Y es hora de hablar de la relación con el Hospital. “Siempre la relación fue muy buena” coinciden el diácono Miguel, Rosamaría e Inés “Con el respeto que corresponde, cada uno ocupando su lugar, hay normativas y formas de pensar, pero siempre desde el respeto”. De hecho existe una puerta que separa la capilla de la Escuela de Parteras, ese es  el límite que preserva el buen relacionamiento.

Le preguntamos al Diácono Miguel Zinola por el tema celebrativo y el acompañamiento espiritual. “En este momento hay celebración de la Palabra todos los domingos, que la presido yo, y se reparte la comunión. Además nos acompaña el obispo auxiliar Milton Tróccoli y tenemos el apoyo del Cardenal Daniel Sturla”. Un aspecto que destaca es la fe popular “hay gente que viene a rezar, funcionarios, padres, madres. Te impresiona mucho la fe popular, sencilla, pero muy profunda. Como  a través de un dolor tan grande como la pérdida de un ser querido o la enfermedad, o de una alegría enorme como es un hijo recién nacido, van descubriendo la fe, la presencia de Dios”. Sobre el tema del relacionamiento con la institución por la presencia religiosa nos Zinola nos reafirma: “De la puerta para acá nunca hubo problema. No se puede tener símbolos externos que hagan referencia a la presencia religiosa, pero acá adentro no hay problema”.

El Diácono Miguel también nos pone al tanto de las horarios y las necesidades de la capilla "contamos con el apoyo del programa Puertas Abiertas. Necesitamos un voluntario que venga a las 11 u 11:30 los domingos, para hacer la invitación a la celebración”. Por otra parte, él se hace cargo de la atención espiritual las 24 horas de los pacientes del Hospital que así lo requieran.

Para el diácono Miguel lo principal es estar, ante situaciones muchas veces de extremo dolor, que las personas sientan la presencia de la Iglesia, pero no de forma invasiva, sino en el acompañamiento del que padece, y cómo dice citando a San Pablo “me hice todo para todos”. Esto ha llevado a que la capilla se convierta en punto de referencia “ desde el interior hay sacerdotes que nos han llamado siguiendo casos. Preguntando por gente que estaba acá, que cómo marchaba. Nos paso con una señora de Fray Bentos, que venía acompañando a su nietito grave y pedía por acompañamiento religioso y la contactaron con nosotros. Hay zonas que sólo podés entrar con autorización de los padres o quiénes cuidan a los chicos” concluyó.

La invitación

La capilla abre los lunes, miércoles y viernes de 10 a 14 horas, y los martes y jueves de 10 a 17 horas. Los domingos la capilla abre de 11 a 12:30 y hay Celebración de la Palabra. El Diácono Miguel Zinola nos dice que la colaboración, sobre todo de voluntarios, siempre es bienvenida. Pero también nos advierte, que por lo crítico de muchas de las situaciones que se viven en una realidad hospitalaria se debe preparar a esos voluntarios. Es por esto quién esté interesado en acercarse a colaborar es recomendable que se contacte con el Diácono Miguel a la dirección conlosbrazosabiertoscx22@hotmail.com

Ajuar que se reparte a las madres / Fuente: Clara Planelles - Arquidiócesis de Montevideo

 

 

75 años de presencia

El edificio, construido en 1940, se concibió como capilla y residencia de la Congregación de Hermanas Franciscanas Capuchinas. Las Hermanas atendían los servicios de ropería, cocina y auxiliar de sala. En el año 1971 las religiosas se retiran de los servicios y la capilla queda atendida por la Hermana Ana María. Ella se encargaba de la visita de las salas, ginecología, maternidad y ortopedia. La jornada terminaba con el rezo del Santo Rosario. Se contaba con la ayuda de la Legión de María y parroquias de la zona. Los servicios religiosos estaban a cargo de los Padres Dominicos.

Por problemas de salud la Hermana Ana María se retira del servicio quedando a cargo la señora Rosamaría P. de Stajano, que hacía mucho tiempo estaba vinculada al Hospital (aún al día de hoy).

Imagen de Jesús Misericordioso con chupetes que han sido dejados como ofrendas / Fuente: Clara Planelles - Arquidiócesis de MontevideoEn 1991, a solicitud de Monseñor José Gottardi, el Padre Vitale Dorosckevich organiza la comisión Arquidiocesana de la Pastoral de la Salud. Las Hermanas Esclavas (Pocitos) y un grupo de la Parroquia de la Medalla Milagrosa comienzan a visitar el Hospital. Los Padres Espósito y Gutiérrez se hacen cargo de las celebraciones. En 1993 Acción Solidaria del Hospital Pereira Rossell ante un planteo del grupo que allí trabaja se hace cargo del arreglo de la Capilla. A los grupos que ya colaboraban se suman las Legionarias de María y un grupo de la Parroquia de Belén.

Ya en 2003, el Padre Ernesto Diano se integra al grupo de trabajo, así como un grupo de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen del Prado. En 2007 el Padre Vitale, luego de 16 años de labor, se retira de la Pastoral de la Salud. Al año siguiente, se inicia el Instituto de la Pastoral de la Salud Arquidiocesano, a cargo del Padre Fabián Vecckie, junto a los Padres Víctor Hugo Rainieri y William Bernasconi.

En 2010 se integra la Hermana Inés García (Esclavas) al equipo de trabajo. Desde ese año, hasta el presente, se establece un horario para rezar el Santo Rosario en la Capilla, algunos días en la sala común de la Curie. En ocasiones hay Adoración al Santísimo y en fechas especial como Pascua, Adviento o Navidad se distribuye material sobre los tiempos litúrgicos. Desde ese momento se realizan reuniones mensuales del equipo de Pastoral de la Salud. Se han ido incrementando las donaciones de distintos grupos parroquiales que se reúnen a confeccionar ropa de bebé y armar ajuares para recién nacidos.

El año pasado, con ocasión de una celebración y visita, el Obispo Auxiliar de Montevideo, Monseñor Milton Tróccoli constata la realidad de los pacientes y encomienda al Diácono Miguel Zinola la asistencia pastoral de la Capilla. Este año el Cardenal Daniel Sturla lo nombra por tres años oficialmente en el cargo. El Diácono Miguel se encarga del servicio de urgencia las 24 horas (el teléfono celular es el 098832174).

Por Camilo Genta

 

 

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