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"Estamos en un lugar privilegiado"

Entrevista al Padre Ricardo Villalba y el Diácono Luis Ferrés, de la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en el barrio Casavalle
El P. Villalba y el Diác. Ferrés con dos jóvenes que acuden a la Parroquia. C. BELLOCQ

Publicada en el Quincenario Entre Todos del 7 de abril de 2018

El barrio Casavalle muchas veces ocupa los títulos de la crónica roja. Tiroteos, ajustes de cuentas, bandas de narcos, operativos. A dos cuadras de la plaza, donde en marzo un niño fue alcanzado por una bala perdida y herido de gravedad, está la Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe. Allí hay dos sacerdotes y un diácono - Ricardo Villalba, Mauro Fernández y Luis Ferrés- que se han hecho al barrio y que desarrollan una pastoral donde las relaciones humanas se tejen de modo “artesanal”.

Martes santo a mediodía. En la escalinata de la parroquia tres adolescentes juegan al Awelé con piedras sobre el suelo. Están con el Padre Ricardo y el Diácono Luis, hace poco llegaron de visitar una obra de los Focolares y un rato después ayudarán a hacer unas compras. Son del grupo de jóvenes que comenzó hace poco en Guadalupe. Estos días son especialmente intensos para todos ellos, pero se hacen un tiempo para conversar con Entre Todos sobre su labor en un barrio estigmatizado por buena parte de la sociedad. Allí, a la entrada del templo, esos preconceptos se silencian: los vecinos que pasan saludan, preguntan a qué hora abren, les hacen algún comentario simpático.

El Padre Ricardo está hace seis años en la zona, pues es director del Liceo Jubilar. En febrero de 2017 comenzó a vivir en Guadalupe junto con el P. Mauro. Para el Diác. Luis, en cambio, la experiencia es más novedosa; hasta hace unos meses estaba en Ntra. Señora de Lourdes (Malvín) y antes, en el Seminario Interdiocesano Cristo Rey.

¿Cómo fue su llegada a esta Parroquia y a este barrio?

P. Ricardo Villalba (RV): Para mí fue todo un regalo. Había trabajado en 1998 como educador –antes del planteo vocacional- en esta zona y ya conocía gente. Este es el sexto año caminando junto con la comunidad del Jubilar, la relación con muchas familias y la barriada te va atando. Es un lugar muy querido. Cuando era joven venía por las mías, en bicicleta, a Guadalupe y a la capilla que depende de aquí -Sagrado Corazón-, iba a tocar la guitarra con los curas y acompañaba las celebraciones, visitaba a las Hermanas de Calcuta. Estar ahora de párroco y acompañando es muy significativo.

Diác. Luis Ferrés (LF): Estaba en el Jubilar, en un grupo misionero, desde hace unos años. Hay muchos chicos del Jubi que viven cerca, me los he ido encontrando cuando vine. Ese es el nexo que tenía con la zona. Es una experiencia desafiante pero estoy contento.

¿Existe un día tipo, o son todos muy diferentes?

LF: Todos los días son distintos. Lo más fijo es la Misa y estar antes para abrir. Algunos días tenemos Rosario, otros, Adoración. Es muy ‘estar en la vuelta’. El desafío es salir a recorrer el barrio, los lugares donde está la gente de la comunidad: recorrer la feria de los viernes, ir a la capilla. Cada día surgen cosas. Y la gente viene, golpea, se acerca.

¿Vas a la feria? ¿Cómo es eso?

LF: Sí, es un lugar de encuentro, nos saludamos y hablamos. Después ya tengo algún conocido más (…).Va pasando el tiempo, conoces más gente y te quedás conversando más. Es un círculo virtuoso.

RV: Si dicen que en Uruguay nos conocemos todos, acá es mucho más. Acá nació todo eso (risas). Es un barrio que tiene lo lindo de lo artesanal en las relaciones humanas. Charla, encontrarse, uno es primo del otro y saben la historia.. ayuda mucho en la tarea evangelizadora el salir a caminar. Es un barrio para caminar, no es para quedarse en la Parroquia. A veces salimos a visitar a un vecino y volvemos con cinco historias que no pensábamos encontrar. Nos saludan, invitan a la casa, cuentan cosas.. eso lo hace muy pintoresco, muy agradable. Es lindo estar acá.

¿Qué busca la gente que viene acá?

LF: Es bastante común que vengan para pedir bautizar. También se acercan cuando nos ven entrar o salir. A veces es para pedir alguna ayuda, para conversar, preguntar la hora de Misa. Hay distintas historias. Hace poco vino una mujer con su hijo, le había hecho una promesa a la Virgen de Guadalupe y quería saber cuándo venir al templo a rezarle a la Virgen. Hay muchas historias.

¿Podría decirse que acá hacen una labor de contención?

RV: Es muy apurado hablar de eso (…). Puede ser un poco de contención. Desde el año pasado, después de una serie de situaciones difíciles para el barrio, descubrimos que estaría bueno que la Parroquia sea un ambiente sano. Que la gente sepa que se puede expresar, estar tranquila. Es un refugio, un lugar continentado. Es lo que tratamos de ir construyendo y compartiendo. Por ejemplo, en las reuniones de los sábados nos juntamos afuera, hacemos una ronda. Eso es una imagen increíble porque es un lugar neurálgico, todo el barrio entra y sale por acá. Sacamos los instrumentos, nos ponemos a cantar. Y la gente queda sorprendida de ver un movimiento y relación distinta, de ver que hay gente que canta, jóvenes que se juntan a compartir la vida y charlar. Es una linda señal.

¿Cuánto de lo que sale en las noticias es la realidad de todos los días?

RV: Por lo que voy viendo, la gente que viene de afuera se alarma de que estén pasando cosas feas a un kilómetro de su casa. Y acá viven todos tan juntos -porque hay mucha gente- que capaz que puede haber una situación “alarmante” a tres cuadras pero ellos lo perciben como algo que ocurre “allá lejos”, porque “acá estamos bien”. El “allá” puede ser acá a dos cuadras.

¿Cómo les impactó la bala perdida que hirió de gravedad a un niño de la escuela?

LF: Al venir acá, sé que es una manera de vivir la entrega, el Evangelio. Estoy acá -con mis límites y defectos- pero dispuesto. El barrio sufre la violencia, después el operativo, que implica un día entero con la policlínica y escuelas cerradas, sin poder estar en la calle. Había momentos en que salías y no había nadie en la calle, o había policías que pedían el documento. Hay que acompañar eso en la medida en que uno puede.
Recuerdo un caso concreto, hubo un tiroteo acá cerca. Llegó una mujer llorando a la Parroquia, corriendo de las balas, con familiares involucrados. Acompañamos eso.

RV: Es un privilegio estar acá. Si se mira del lado cristiano, desde el Evangelio. Pensar que antes quería ser un cristiano “extremista” en la entrega, ir a Camboya, a Vietnam… Lo tenemos acá. Hay veces que está todo el día el helicóptero sobrevolando, pasa la policía, se sienten tiros a unas cuadras, una ráfaga de metralleta. Y bueno, estamos acá.
Uno va adaptándose. Capaz que otro piensa ‘pobrecito’, pero las balas no vienen para acá. Escuchamos disparos que se dan unos contra otros puntualmente, pero gracias a Dios la cosa no es con nosotros. Tenemos cierta licencia para poder estar y tener el ambiente para trabajar: acompañar a la gente que siente miedo, a los que sienten que está todo mal. Estamos en un lugar privilegiado, un lugar de misión precioso donde uno encuentra montón de gente buena, es impresionante la cantidad de gente laburante, honesta, servicial.

¿Por qué la Iglesia está presente en esta zona?

RV: Ya nos metimos en la dinámica del barrio, en nuestra misión. No vamos a cambiar la realidad, ponemos el granito de arena. Como sacerdotes y como Iglesia, nos preguntamos qué haría Jesús acá. Acompañaría a caminar a tanta gente que busca una nueva forma de vivir, contagiaría que es posible vivir feliz, vivir el Evangelio. Hay que estar. Hay mucha gente que necesita y ese es el desafío. Y es precioso.

LF: Personalmente nos gusta y lo disfrutamos. A veces es muy desafiante y la cruz es pesada pero lo disfrutamos, nos gusta el desafío de la misión.

 

Padre Ricardo Villalba
Párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, director del Liceo Jubilar

Su primer hogar como diácono y sacerdote fue la Parroquia San José, Esposo de María, muy cerca de Instrucciones y Propios. Luego estuvo en San Juan Bautista en Pocitos, y desde febrero de 2017 es párroco en Nuestra Señora de Guadalupe, en Casavalle.
Tiene 47 años y estudió la carrera de Educación Social. 

P. Ricardo Villalba

Diac Luis Ferrés

Diácono Luis Ferrés
Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, capellán del Liceo Jubilar

Se ordenó como diácono en noviembre de 2017 y su primer destino pastoral fue Ntra. Sra de Lourdes, en Malvín. A comienzos de 2018 fue trasladado a Casavalle.
Participó en un grupo misionero del Liceo Jubilar, del que ahora es capellán.
Recibirá la ordenación sacerdotal el 22 de abril.

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