Recuerdos y vivencias de la visita del Sucesor de Pedro al Uruguay
El próximo viernes 31 de marzo se cumplen 30 años de la primera visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país. Era la primera ocasión que un sucesor de Pedro pisaba suelo uruguayo; pero no sería la última. Un año después el ahora santo realizaría una segunda visita a Uruguay. En ICM repasamos los distintos momentos de ese primer encuentro del entonces Obispo de Roma con el pueblo oriental.
Un encuentro esperado
“¡Paz y prosperidad para toda la República Oriental del Uruguay!”, así comenzaba el Papa Juan Pablo II su primer discurso, en la bienvenida que se le realizó en el Aeropuerto Internacional de Carrasco. Un momento antes había aterrizado en avión papal en nuestra principal terminal aérea, donde caía una lluvia torrencial, y el Santo Padre besó el suelo de nuestro país. Instantes después, el Presidente de la República Julio María Sanguinetti, junto a su esposa Marta Canessa, le dio la recibimiento oficial.
El Pontífice en este primer discurso aseguró que “Uruguay es una nación del continente latinoamericano que se ha distinguido por su contribución en favor de la paz. Prueba de ello ha sido el apoyo que ha prestado para la superación del diferendo entre Argentina y Chile sobre la zona austral”.Y agregó “he considerado mi deber conmemorar en Montevideo el feliz resultado de la Mediación papal”.
Además destacó que “En vuestro país conviven en la concordia diversas opciones sociales y políticas, y grupos que profesan diferentes creencias religiosas; todo ello en un clima favorable de respeto y tolerancia”. Esto era especialmente significativo, ya que la democracia se había recuperado dos años antes.
En un mensaje que sigue siendo actual, recordó que “La historia de vuestro pueblo está profundamente hermanada con la historia de la proclamación y difusión del Evangelio en América. La fe cristiana ha dejado una huella imborrable en vuestra historia y en vuestra cultura, y no puede dejar de iluminar el presente y futuro de esta República Oriental del Uruguay”. La visita papal marcó un hito fundamental para la Iglesia uruguaya.
La paz que vence a la guerra
El trayecto desde el Aeropuerto hacia la Catedral una de las mayores demostraciones populares que se han registrado. El recorrido del papamovil, bajo una lluvia permanente, fue acompañado por una multitud. La oportunidad de estar cara a cara con el Santo Padre era más fuerte que el clima.
Ya en la Catedral Metropolitana, el Papa rezó ante la tumba de Mons.Jacinto Vera. En el discurso ante sacerdotes, religioso y religiosas expresó que nuestra Iglesia “ puede mostrar, con legítimo orgullo, elocuentes monumentos que (…) recuerdan la eficacia de esa fuerza y verdad evangélica en vuestra patria (…) el primer vicario apostólico Dámaso Antonio Larrañaga ; vuestro primer obispo, el Siervo de Dios Monseñor Jacinto Vera, Pastor celoso y ejemplar; y ese gran pensador y maestro que fue Monseñor Mariano Soler, primer arzobispo de esta provincia eclesiástica”.
El Sumo Pontífice advirtió a los presentes en la Iglesia matriz que “El mensaje evangélico no será auténtico y en consecuencia no será capaz de renovar en profundidad la vida cristiana, si no es proclamado en toda su pureza e integridad. Hay que superar pues la tentación de reducir el Evangelio a ciertos pasajes interpretados según los propios gustos y opiniones o de acuerdo a posturas ideológicas preconcebidas”.
Luego el Obispo de Roma se dirigió al Palacio Taranco, donde se realizó una conmemoración por los Acuerdos de Montevideo. El Acta de Montevideo, firmada el 8 de enero de 1979, fue un hecho decisivo para evitar la guerra entre Argentina y Chile por la soberanía de las islas ubicadas en el Canal de Beagle. La mediación de la Santa Sede, mandatada por el Papa Juan Pablo II al cardenal Antonio Samoré, evitaron la confrontación bélica entre pueblo hermanos.
El Romano pontífice subrayo en esa oportunidad que “damos fervientes gracias a Dios, y nos congratulamos todos, porque, en lugar de recurrir a la fuerza destructora de las armas, los responsables de aquellos dos pueblos tuvieron la grandeza de ánimo de optar por el diálogo y la negociación, decididos a superar las tensiones según criterios de equidad y. por encima de todo, a garantizar la paz”.
Salió el sol
El 1° de abril, el Papa Juan Pablo II celebró en Tres Cruces la misa con mayor asistencia de la historia uruguaya. Si bien se manejaron varias cifras estas no bajan de los 150 mil concurrentes. A diferencia de la jornada anterior el sol comenzó a despuntar en la capital de nuestro país. El lugar donde se realizó la Eucaristía tiene hoy su recuerdo en la enorme cruz de la intersección de Bulevar Artigas y Avenida Italia. De hecho sirvió de marco para la celebración por la canonización del Pontífice el 27 de abril de 2014.
El Santo Padre recordó, en su homilía, que la Iglesia “debe proyectar, sobre los problemas que aquejan a la humanidad en cada momento de su historia, la luz limpia y pura que brota del Evangelio, siempre actual por ser Palabra de Dios. Y esto es lo que hace y lo que quiere seguir haciendo en cumplimiento del mandato recibido del mismo Cristo. Para ello pide sólo libertad, para que su voz pueda llegar sin obstáculos a todo aquel que quiera escucharla”.
El Pontífice también hizo memoria sobre la historia de nuestro país, “Queridos uruguayos: Vuestra patria nació católica. Sus próceres se valieron del consejo de preclaros sacerdotes que alentaron los primeros pasos de la nación uruguaya con la enseñanza de Cristo y de su Iglesia, y la encomendaron a la protección de la Virgen que, bajo la advocación de los Treinta y Tres, hoy nos preside junto a la cruz. El Uruguay de hoy encontrará los caminos de la verdadera reconciliación y del desarrollo integral que tanto ansia, si no aparta los ojos de Cristo, Príncipe de la Paz y Rey del universo”.
Además el Obispo de Roma habló de que “ es preciso que la comunidad familiar célula básica de vuestra sociedad–no vuelva sus espaldas a Cristo, sino que sean (…) “familias unidas, sanas moralmente, educadoras en la fe, respetuosas de los derechos de cada persona, empezando por el respeto a la vida de cada criatura, desde el momento mismo de su concepción ”
El Papa de los jóvenes
También el Papa Juan Pablo II quiso en Tres Cruces dar su “palabra de aliento y de esperanza a vosotros, queridísimos jóvenes uruguayos. Es de todos conocido el afecto y el aprecio que nutro dentro de mí por a juventud”. Unas semanas después se celebraría la jornada Mundial de la Juventud en Buenos Aires, la primera fuera de Roma. Estos encuentros con los jóvenes serían uno de los grandes hitos de su papado, pero además se convirtieron en una cita ineludible para los pontífices posteriores.
El Vicario de Cristo agregó que les “ha tocado vivir un tiempo difícil, es verdad, pero también no es menos cierto que estamos ante uno de los momentos más apasionantes de la historia, en el que vais a ser testigos y protagonistas de profundas transformaciones. Vosotros, los jóvenes, tenéis una sensibilidad única para intuir el mundo nuevo que se aproxima y que va a necesitar de vuestros brazos jóvenes y generosos”.
El Papa los impulsó diciendo “Para la construcción de ese mundo tendréis que emprender grandes tareas. Si queréis ser consecuentes con vuestros legítimos ideales y no claudicar, no podéis menos de ser ya desde ahora audaces, pacientes y sinceros con vosotros mismos, y tener una fe inquebrantable”.
Hasta luego
En su despedida, en el Aeropuerto del Carrasco, llamó a los uruguayos a ser “fieles a Cristo, Redentor del hombre y esperanza de toda la humanidad. Que su mensaje penetre en la vida de las personas y de las instituciones, como garantía de un auténtico humanismo, fundado en los más altos valores de la conciencia humana, iluminada por la luz del Evangelio, germen de libertad y de elevación moral de los individuos y de la sociedad”. Un año después volvería a nuestro país.
Un hombre de Dios
Monseñor Milton Trócolli fue uno de los sacerdotes que recibió el orden sagrado de manos del Papa Juan Pablo II, cuando vino en su segunda visita al Uruguay. “Cuando me enteré fue toda una sorpresa, porque en el programa del Papa no estaban contempladas ordenaciones. Y cuando nos avisaron fue una alegría que no esperábamos, impensado; fue un sueño prácticamente” rememora.
El Obispo Auxiliar de Montevideo, destaca del ahora santo fue “un Papa misionero, que ha recorrido el mundo entero. Para mi era un modelo de sacerdote muy importante”. Para su ministerio ver como el Pontífice “celebraba la Eucaristía, como lo vivía, como vivía el anuncio del Evangelio” fue crucial. Y marcó que “uno las va degustando después que pasan las cosas. En ese momento todo estaba preparado milimétricamente, todos los detalles muy cuidados y mucha tensión”.
Otro de los actuales obispos que se ordenó en la segunda venida de Juan Pablo II, es Monseñor Arturo Fajardo. Recordó que fue “en el estadio Campeones Olímpicos de Florida”. Contó que “hacía tiempo que no se ordenaba nadie en la Diócesis de Minas, que es la de mi procedencia, y éramos dos sacerdotes minuanos que nos ordenábamos allí”. Destacó que fue su obispo de aquel entonces, Monseñor Gil que les dijo “que le encantaría que nos ordenara el Papa”.
El Obispo de San José describió a Juan Pablo II como “una figura impactante por su riqueza personal. Un filósofo, un poeta, un obrero que había trabajado en la resistencia, un actor de teatro, un sacerdote con un carisma especial”. “Yo trabajé con jóvenes y el Papa inspiraba este trabajo. Fue el creador de la Jornadas Mundiales de la Juventud, por ejemplo” destacó. Otra cosa que lo atraía de la personalidad del Papa era “como encontraba espacios de libertad para educar a los jóvenes, para transmitir la fe, muchas veces en espacios de opresión”.
Para ver las diferentes homilías y discursos de Juan Pablo II en Uruguay. Ver aquí